domingo, 12 de febrero de 2012

Notas sobre el Lavadero Público de Salillas de Jalón

El agua que manaba de la fuente de Salillas fue aprovechada sabiamente por los vecinos para crear a su alrededor un conjunto de pequeñas infraestructuras que cubriesen todas sus necesidades de. Un matadero o macelo, un abrevadero, un lavadero y un pequeño fregadero utilizaban el agua de la fuente gracias a un conjunto de canales y tajaderas para su distribución.


Esquema de ubicación del lavadero. Plano finales años 60

El antiguo lavadero público del pueblo era un pequeño edificio de planta rectangular de aproximadamente 7 metros de largo por 5,50 metros de ancho con robustas paredes de mampostería que alcanzan los 40 centímetros de grosor y un tejado a dos aguas cubierto con teja árabe. En su interior se ubicaban las pozas utilizadas por las mujeres del pueblo para lavar hasta la llegada del agua corriente en las casas a finales de los años sesenta.


Esquema lavadero público

El lavadero constaba de dos pozas. Una primera poza rectangular que estaba dividida a su vez en dos partes; La primera era la denominada “aclarador” donde las mujeres quitaban el jabón aprovechando la llegada del agua limpia de la fuente. La otra parte de esta primera poza era donde propiamente se lavaba la ropa con jabón. Un pequeño muro interior dentro de la poza separaba físicamente las dos zonas. La segunda poza, más pequeña que la anterior, era la llamada “de los enfermos”, ya que era allí donde se lavaban la ropa de enfermos y difuntos. Raramente se veía a gente utilizar dicha poza. Las dos pozas estaban unidas por un pequeño canal, pero físicamente separadas.

Junto al lavadero y donde actualmente se encuentra el campo de petanca existía un pequeño fregadero utilizado, junto las acequias cercanas, para la limpieza de los útiles de la cocina

El lavadero fue lugar obligado de visita durante décadas hasta la llegada del agua corriente a las casas. Independientemente de la estación del año, las mujeres bajaban a lavar sus ropas. Su buena orientación que impedía la entrada del frío viento del oeste gracias a su muro y donde los rayos del sol del invierno penetraban por la zona abierta del lavadero, así como una temperatura del agua recordada por las mujeres como “no muy fría” en invierno facilitaron la utilización del lavadero durante todo el año.



Lavadero de Lucena en desuso y peligro de ruina

Aunque el lavadero estaba abierto al uso durante todos los días de la semana, el lunes se convirtió en el día habitual para realizar la colada. De esta manera las mujeres del pueblo bajaban con sus cestas de mimbre llenas de ropa, sus tajos de jabón y su tabla de madera para lavar la ropa. Esta costumbre no impedía ver con frecuencia mujeres lavando cualquier otro día de la semana dada la gran cantidad de niños que requerían continuamente ropa limpia, en especial pañales para los más jóvenes.

Llegar al lavadero temprano garantizaba a las mujeres elegir el mejor sitio para lavar. El lugar más apreciado era el situado junto a la salida del agua limpia; un sitio privilegiado para acabar bien la colada.

La limpieza del lavadero se realizaba los sábados cuando el alguacil del pueblo cortaba el agua de acceso al lavadero y con un escobón limpiaba la suciedad acumulada para seguidamente volver a llenarlo.

Una alternativa para lavar en casa eran los “vaciones” o pequeñas pilas de piedra, hormigón, madera o zinc de poca profundidad y con una pequeña superficie lateral inclinada donde colocar la tabla de lavar. Un pequeño orificio en la parte inferior facilitaba la salida del agua sucia para conducirla a un cubo. Una vez lavada la ropa en el “vación” era necesario acudir al lavadero para quitar el jabón aclarando la ropa.


Vación

A diferencia de otros lavaderos donde se arrodillaban para el lavado, en Salillas se lavaba de pie, exclusivamente por las mujeres jóvenes o mayores de la familia, y utilizando el “jabón de tajo”, elaborado previamente en las casas (en próximos capítulos contaremos el proceso para su elaboración). Con el paso del tiempo las pastillas de jabón de tajo fueron sustituidas por jabón de polvos adquirido en las tiendas. Este nuevo tipo de jabón tenía mayor capacidad de limpieza y suponía un menor trabajo para la mujer.

Para secar la ropa se tendía al sol aprovechando los tendedores que se colocaban en los patios, corrales y balcones de las casas.

Bajar al lavadero, además de una labor domestica, es recordado como un acontecimiento social donde juntarse con otras mujeres para charlar e intercambiar noticias, chismorreos etc. Un lugar de improvisada reunión con animadas tertulias mientras realizar la colada.

Su fama fue recogida en los dichos recitados en los años cincuenta en la recuperación del dance que en honor a Santa Quiteria se celebraba para la fiesta menor en el mes de mayo:

En los dichos de este dance
no podía faltar
uno para el lavadero
porque es lugar principal.

Todos los lunes y martes
se forma una reunión
que chismorrea a su gusto
a su antojo y su sabor,
 
Y a las que en este chiste no nombro
que no se hagan ilusiones
pues yendo al lavadero
son todas como escorpiones
que a los pobrecitos hombres
nos dejan hechos jirones"



El lavadero: un lugar para el recuerdo

La llegada del agua corriente a finales de los sesenta y la posterior instalación de las lavadoras redujeron drásticamente la utilización del lavadero. Las primeras lavadoras que llegaron al pueblo no aclaraban y las mujeres continuaron bajando al lavadero a terminar la colada hasta que llegaron las lavadoras que incluían este último proceso del lavado. En pocos meses la costumbre de bajar al lavadero quedó relegada a la memoria de las mujeres, que actualmente recuerdan con nostalgia las animadas tertulias que se organizaban a pesar del duro trabajo de lavar a mano la ropa de toda la familia.

El lavadero, ya en desuso, fue derribado a principios de los ochenta. Aprovechando el edificio, se construyó un pequeño lugar de esparcimiento con varias barbacoas y campos de petanca, utilizadas puntualmente por los vecinos de Salillas.
Situación actual del lavadero
Hasta la próxima
Pablo Founaud


Infraestructuras y abastecimiento de agua en Salillas

El siglo XX ha impulsado en todos los pueblos y ciudades un cambio radical en los tipos y estilos de vida gracias a la llegada de nuevas infraestructuras. Durante el siglo XX la aparición de la electricidad en las casas, el agua corriente, el asfaltado de las calles, la extensión del ferrocarril, etc han cambiado la vida en muchos pueblos. Salillas no fue una excepción y la llegada de nuevos equipamientos afectó positivamente a los vecinos mejorando poco a poco la calidad de vida en los pueblos. Es nuestro propósito repasar brevemente la evolución de estos cambios en las infraestructuras y sus consecuencias en la vida cotidiana de los vecinos de Salillas.

Evolucion de las estructuras de abastecimiento y saneamiento de Salillas de Jalón en el siglo XX

La ubicación de Salillas, junto a la fértil vega del río Jalón y a un importante acuífero subterráneo que discurre entre Ricla y Epila, ha facilitado la existencia de agua en el pueblo mediante fuentes públicas, acequias en sus cercanías y pozos privados.

Hasta bien entrados los años sesenta del siglo XX dos fuentes suministraban agua de boca a los vecinos del pueblo; una de ellas situada junto a la carretera de acceso al pueblo, esta formada por diez caños ubicados a ras de suelo alrededor de una estructura circular aportando agua a todo el conjunto formado por lavadero, abrevadero, fregadero y matadero. La otra fuente de dos caños se localizaba en el paraje denominado “La Fontana”, hoy totalmente desaparecida, donde actualmente se encuentra la huerta solar. Muchos vecinos recuerdan el lugar como sitio de recreo y esparcimiento al que acudían con la merienda con la llegada del buen tiempo.
Fuente de caños a la entrada del pueblo

El agua que brotaba por las fuentes se caracterizaba por ser un “agua dura”, es decir con una gran cantidad de carbonatos disueltos; esto es debido a que el agua subterránea de camino a la superficie atravesaba varias capas de calizas mesozoicas que le aportaban dicha característica.

Para el suministro diario a la casa de agua de boca, los vecinos acudían diariamente a las fuentes con sus cántaros y botijos de barro, generalmente antes de las comidas diarias para disponer de agua fresca. La que sobraba era guardada en el lugar mas fresco de la casa hasta la siguiente comida.

Ante la lejanía de la fuente principal del pueblo ubicada junto a la entrada, los vecinos de las cuevas se acercaban a recoger agua con sus cántaros a “La Fontana” gracias a un pequeño sendero que salvaba el desnivel entre las cuevas y la fuente.

Los agricultores más veteranos de Salillas recuerdan beber agua directamente de las acequias en su trabajo diario en el campo, siempre que fuera tomada en zonas de corriente y estuviera clara y transparente. La escasa presencia de productos químicos utilizados como fertilizantes y abonos en el agua facilitaron puntualmente un consumo que hoy día es impensable.

Para el suministro en las casas de agua para cocinar, limpieza personal y demás usos los vecinos almacenaban el agua en grandes tinajas de barro de varias decenas de litros de capacidad. El agua se obtenía de pozos ubicados en los corrales de las casas gracias a la cercanía del nivel freático y de aljibes que se rellenaban mediente la toma de agua por una rasa desde una acequia proxima; constituyendo el trabajo de obtener agua subiendo y bajando el pozal con la cuerda un trabajo más en las faenas diarias de la casa. Una vez llena la tinaja se cubría con un tape de madera y se dejaba reposar durante varias horas para que decantasen en el fondo todas las pequeñas particular que el agua pudiera contener en suspensión. Algunas casas sin pozo se acercaban a las acequias próximas (La Tanca y el Pilon) para recoger agua con el fin de rellenar las tinajas, siendo necesario tener que realizar varios viajes. En el barrio de las cuevas existían varios pozos que compartían los vecinos para su suministro.

Ante la dureza de este trabajo no se dudaba en momentos de importante precipitación en colocar en los corrales pozales, cubos y cualquier vasija que pueden contener agua para posteriormente rellenar la tinaja.
Tinaja para almacenar agua en las casas
Aunque los vecinos de Salillas recuerdan la abundancia de agua en las fuentes del pueblo, también constatamos momentos de escasez y dificultad en el suministro. En la primavera de 1910 el Ayuntamiento de Salillas pide ayuda a la Diputación Provincial de Zaragoza a fin de inspeccionar la fuente que abastece al vecindario ante “las pérdidas de agua por derivación” que merman el caudal regular que abastece al pueblo poniendo en peligro la continuidad de dicha fuente. La falta de recursos del Ayuntamiento para la contratación de técnicos privados le obliga a acudir a los ingenieros de la Diputación Provincial para reconocerla. El Ayuntamiento asume los gastos de desplazamientos y dietas del ingeniero durante las prospecciones y obras de reparación.
La década de los años sesenta impulsó definitivamente las infraestructuras y abastecimiento de agua en Salillas.
En diciembre de 1961 sale publicado en el BOE la subasta para contratar la ejecución de obras de alcantarillado. El proyecto plantea la construcción de un colector principal que partiendo de la parte más alta del pueblo recorre las calles principales uniéndose a ella varias ramas secundarias. En la parte más baja se construyó una fosa séptica para el depósito y posterior recogida de los lodos y barros. Una vez eliminados el vertido resultante se dirigía al río para su evacuación definitiva.
Instalada la red de alcantarillado y todavía sin agua corriente, algunos vecinos colocaron grandes depósitos en las partes elevadas de las casas que llenaban mediante bombas con agua del pozo o de acequias cercanas; de esta manera disponían precariamente de agua corriente en la casa.
Depósito temporal antes de la llegada del agua corriente
En la primavera de 1968 comenzaron las obras para abastecer de agua corriente a los vecinos de Salillas. Dos potentes bombas situadas junto a la fuente en la entrada del pueblo se utilizaron para extraer el agua con el que llenar el depósito construido en la parte más alta del pueblo junto a la estación. Un depósito de ladrillo y hormigón con una capacidad de 600 m3 que cubrió las necesidades de toda la población. Su distribución posterior por las casas se realizaba por gravedad. Dicho depósito continúa en funcionamiento en la actualidad (2009).
                           Deposito actual del pueblo
A finales de los años setenta la puesta en regadío de la finca de la Hoya, tras su adquisición a la Duquesa de Alba por unos empresarios agrícolas de Epila, redujo drásticamente la reserva de agua subterránea, bajando el nivel freático del suelo. Esta circunstancia provocó que las fuentes se secaran y dificultó la extracción de agua por las bombas. Ante este problema las bombas para el suministro se reubican junto al depósito, profundizando hasta los 180 metros para garantizar el suministro de agua en el futuro.
Tan solo en los años de importante y continuada precipitación durante el otoño o primavera los acuíferos se rellenan lo suficiente para hacer brotar de nuevo agua por los caños de la fuente, convirtiéndose durante algunos días en un acontecimiento de recuerdo y nostalgia para que aquellos que vivieron los duros años sin el agua corriente.
Siglo XXI, camino hacia la modernización
Son varios los proyectos en los que Salillas se integra en este comienzo de siglo a fin de mejorar sus infraestructuras de abastecimiento y depuración de aguas.
En el año 2003 la comarca de Valdejalón y el Gobierno de Aragón establecen una serie de convenios con varios pueblos en el denominado “Plan Del Agua”, para la mejora de las redes de abastecimiento, saneamiento y depuración. En Salillas se autoriza la construcción de una depuradora que evitara los vertidos directos en el río Jalón. A finales del 2007 entra en funcionamiento, estando ubicada junto a la huerta solar.
Desde 1999 el Gobierno de Aragón y la Confederación Hidrográfica del Ebro desarrollan un proyecto a largo plazo para el abastecimiento de agua a la ciudad de Zaragoza y su entorno con agua del Pirineo. Salillas queda incluida en este proyecto, de manera que un futuro el agua consumida por los vecinos será suministra desde el embalse de Yesa. Tras casi ciento cincuenta kilómetros de tuberías, acequias y depósitos el agua llegará a las casas de Salillas, mejorando de manera ostensible la calidad de la misma.
Hasta que el abastecimiento desde el Pirineo sea una realidad y ante la pérdida de calidad del agua obtenida de los pozos de donde se abastece el pueblo por la presencia excesiva de nitratos y otras sustancias utilizadas en la agricultura, en el 2009 comienzan las obras, junto al depósito de agua, de una pequeña planta potabilizadora que mejorará en breve la calidad del agua boca.
Construcción potabilizadora
En los últimos cincuenta años las infraestructuras relacionadas con el agua en el municipio se han ido adaptando poco a poco a las necesidades y nuevas situaciones medioambientales. Las sucesivas mejoras, bien recibidas por sus vecinos, incrementan poco a poco la calidad de vida en el pueblo.
Hasta la próxima
Pablo Founaud

El Lavadero Público de Salillas de Jalón

Tras un primer apunte sobre el lavadero de Salillas, el descubrimiento de nueva documentación me ha permitido escribir una segunda parte.

El pequeño complejo en la entrada del pueblo que aprovechaba el agua de la fuente, fue construido en el año 1927, con aportaciones económicas del Ayuntamiento y con la colaboración de todos los vecinos con jornadas de trabajo a vecinal.

Recordemos que el agua de la fuente era encauzada y llevada primero a un abrevadero descubierto y seguidamente, en edificio cubierto, al lavadero principal, la poza de enfermos y el fregadero. El conjunto contaba con distintos conductos de suministro de agua limpia tanto para el lavadero como el fregadero así como desagüe del agua sucia a una acequia próxima

La visita a Salillas en abril de 1928 de un inspector de Sanidad local alabó la construcción del conjunto pero vio la necesidad de realizar algunas reformas. La escasez puntual de agua en los meses de verano así como la proximidad del abrevadero con el lavadero podían causar problemas “higiénicos sanitarios y de salubridad con riesgo de epidemias” que debían evitarse. Además no existía otro lugar habilitado en el pueblo para realizar el lavado de la ropa.

En 1928 y 1929 la Diputación Provincial de Zaragoza a través del Boletín Oficial de la Provincia anunciaba en cada año una partida de 70.000 pesetas para subvencionar obras de carácter sanitario que se llevasen a cabo en pueblos de la provincia, dando preferencia en el reparto de la subvención a las obras destinadas al “abastecimiento de aguas, evacuación de inmundicias y saneamiento de zonas palúdicas”.

                Plano lavadero-abrevadero inicial construido en 1927
El pueblo de Salillas a través de su Ayuntamiento presentó en ambas convocatorias un proyecto con el fin de conseguir financiación para las reformas. En su proyecto expone los problemas que sufría el pueblo y proponía un conjunto de soluciones solicitando una subvención para el 70% del coste total de las obras.

En resumen el proyecto pretendía aprovechar la cercanía de un manantial próximo, cuya agua se perdía sin utilizarse, ubicado detrás de la fuente, junto a la acequia, a unos 72 metros de distancia del lavadero. El agua del manantial se encauzaría en tubería de hierro para abastecer directamente al lavadero. Del mismo modo se construirá un nuevo abrevadero, en el lugar que hoy ocupa el parque, ampliando en 65 metros más la tubería de agua limpia del nuevo manantial, dejando inútil el actual abrevadero, principal foco de problemas higiénicos por los excrementos de las caballerías.

El nuevo abrevadero, según el proyecto, se construiría con muros de hormigón, de 25 metros de largo y 0,60 metros de ancho y un metro de alto. Del mismo modo se propone el revestimiento con hormigón de los conductos de desagüe del lavadero y fregadero para “evitar el atarquinamiento1 del jabón, de los residuos e inmundicias”. Adjunto esquema de las reformas donde las líneas trazadas en rojo muestran las nuevas infraestructuras propuestas.

                             Plano proyecto reformas del abrevadero 1928
Con esta obra quedarían cubiertas las necesidades de la población garantizando toda clase de higiene y salubridad a la población.

En ninguno de las dos convocatorias tuvo suerte Salillas para conseguir financiación ya que ante la demanda de solicitudes se decidió primero dar las ayudas a las obras para abastecimiento de agua a la población, problema que ya tenía resuelto Salillas al contar en el pueblo con una fuente con aforo suficiente. En 1929 se presentaron 16 pueblos, repartiéndose la subvención entre diez de ellos, quedándose seis pueblos fuera de las ayudas. La Almolda y Monegrillo (ambos en Monegros) y Bureta (campo de Borja) fueron los que recibieron más ayuda económica.

En 1928 fueron 22 pueblos los que presentaron proyectos, siendo doce los elegidos. El pueblo de Farlete en los Monegros recibió la subvención mas elevada.

Un proyecto que en aquellos años no consiguió recursos económicos suficientes para su ejecución y que tuvo que esperar hasta mediados de los años cincuenta cuando, junto al actual muro del parque y debajo de la hilera de cipreses (hoy desaparecida), se construyó el abrevadero, eliminando el que seguía funcionando junto al lavadero.
                                                    Ubicacion nuevo abrevadero años 50

Hasta mediados de los años noventa, en que fue retirado, se recuerda este abrevadero. Una infraestructura para los animales del pueblo que ya forma parte de la historia.

*1 Atarquinamiento= relleno de un curso de agua por acumulación de sedimentos.

Hasta la próxima.
                Pablo Founaud

EL NEGOCIO DE LA VENTA DE LECHE EN SALILLAS DE JALON

No esta tan lejos en el tiempo los años en que los animales domésticos (conejos, gallinas, cerdos, vacas etc) constituían para las casas de Salillas una parte importante del patrimonio familiar. Su presencia garantizaba el abastecimiento de alimentos necesario para la supervivencia; de la misma manera, la perdida de estos animales por enfermedad, vejez u otras causas podía constituir un fuerte contratiempo para el futuro de la casa.

Quizá uno de los animales emblema de las casas y con presencia en la mayoría de ellas fueron las vacas. Hasta tal punto fueron importantes que algunos de los vecinos más mayores me comentaban como una vaca era uno de los mejores regalos de bodas que podía recibir una joven pareja.

La presencia de las vaca, entre una y tres por cada casa, garantizaba la leche diaria durante todo el año, pero también constituía una fuente de trabajo diario (ordeño y limpieza establos). Para la alimentación de las vacas y demás animales criados en los corrales de las casas, se aprovechaban algunas parcelas para el cultivo de cereal (maíz, cebada, avena); Con la cosecha obtenida se acudía al molino de Salillas donde se transformaban en harinas con el que alimentarlos durante el año.

La leche obtenida diariamente era destinada al consumo de la familia, utilizando el excedente para su venta tanto a las familias que no tenían vacas como a los intermediarios de la leche, obteniendo con ello unas pequeñas rentas a añadir a la economía familiar.

Cuatro familias de Salillas trabajaron como intermediarios entre la recogía de los excedentes obtenidos en las casas y la venta a las Centrales Lecheras; un pequeño negocio donde obtener recursos económicos para complementar a los obtenidos por otros medios. Durante el periodo 1940- 1965 aproximadamente, fueron Jesus Nogueras, Lucio Monreal, Clemente Pericas y Pantaleón Moneva los que se encargaron de recoger los excedentes. Durante algunos años estos pequeños negocios convivieron al mismo tiempo, generándose entre ellos competencia en busca de la mayor recogida de leche y ofreciendo el mejor precio.
                                            Cantaras de leche

Aunque pueda parecer un negocio fácil, sencillo y cómodo, no lo fue tanto. Todos los días de madrugada, antes de la salida del sol, se acercaban los intermediarios a la estación a recoger los bidones metálicos o “cantaras” de alrededor de 40 litros de capacidad que venían facturados por tren y enviados por las distintos Centrales Lecheras y vaquerías.¶

Hacia las ocho de la mañana los vecinos de Salillas salían de sus casas con la leche sobrante del ordeño en cubos de zinc para venderla al intermediario deseado. La leche recogida de cada vecino era vertida en un pozal más grande o “medidor” que contaba con una varilla graduada en el centro y un flotador en forma de platillo insertado en la varilla. Una vez vertida toda la leche, la varilla ascendía arrastrada por el flotador, marcando en la parte superior del medidor la cantidad exacta de leche. En un cuaderno o “cartilla” iba apuntando la fecha, el vecino y la cantidad de leche entregada. Una vez controlada y anotada se vertía en los bidones suministrados por las Centrales Lecheras, mezclándose por tanto en ellos los litros de leche aportados por los vecinos.¶

¶Además de la cantidad de leche entregada, también se medía la cantidad de grasa que contenía, lo que coloquialmente llamaban "el grado de la leche”; esta valoración indicaba la mayor o menor calidad de la leche entregada por cada vecino; para calcular la grasa se utilizaba una especie de termómetro, llamado por los vecinos el “gradador”. Realmente el “gradador” no es sino un densímetro que medía la densidad de la leche. A mayor densidad mayor cantidad de grasa y por tanto de mejor calidad es la leche.
                                                Medidor de Leche

La medida de la grasa resultaba necesaria para intentar disuadir a aquellos que sentían la tentación de añadir agua a la leche a fin de obtener más litros y por tanto un poco más de dinero con su venta. Con el control de la grasa el intermediario de la leche podía incluso rechazar la leche ofrecida por el vecino si la calidad era demasiado baja. Muchas y variadas son las anécdotas que los vecinos recuerdan para intentar conseguir vender más litros de leche.¶

Las Centrales Receptoras de la leche, conociendo la picaresca existente en la compra-venta de la leche, entregaban pequeños botes para recoger muestras individuales de la leche entregada por cada vecino a fin de controlar su calidad y evitar posibles engaños y fraudes.

Una vez recogida la leche por los intermediarios del pueblo, esta debía enfriarse y conservarse a bajas temperaturas, especialmente en verano, para evitar que se estropease antes de su envío. Un método usado pare este cometido era meter los grandes bidones metálicos en depósitos o pequeñas piscinas de agua fría que garantizaban su enfriamiento y conservación. Los intermediarios se construyeron pequeñas casetas donde albergar este sistema para su conservación. Incluso se recuerda meter los bidones de leche en el tanque del agua del antiguo abrevadero del pueblo (ya desaparecido), ubicado junto a la fuente.

Otro método más recomendado en aquellos años pero más costoso estaba fundamentado en el contacto entre el agua fría que circula por un serpentín metálico cerrado y estanco con la leche. En un depósito cerrado con un serpentín en su interior donde circulaba el agua fría sacada de pozo, se vertía la leche por su parte superior. En su lenta caída en forma ducha iba rozando con el serpentín frio para recogerse de nuevo en la parte inferior ya enfriada. Jesus Nogueras utilizaba este peculiar aparato.¶
                                Sistema de enfriado de leche con serpentin

La manera de trasladar los bidones de leche hasta sus lugares de destino fue durante muchos por ferrocarril, aprovechando la cercanía de la estación al pueblo y los servicios de facturación de mercancías que ofrecía

Próxima la hora de la llegada del tren de mercancías, la leche era llevada a la estación de tren donde se facturaban los grandes bidones. Antes de la llegada del tren los bidones eran cargados en un carretillo metálico a fin de transportarlos rápidamente al vagón correspondiente.

Varios fueron los lugares que se recuerdan como destino de la leche obtenida en las casas de Salillas: La Central Lechera de Casetas (Sali), Morata de Jalón y la ciudad de Zaragoza (diversas vaquerías del barrio Delicias) y el barrio de la Azucarera en Epila.

Cada dos o tres semanas los intermediarios bajaban a los respectivos sitios de venta para cobrar la leche facturada. Una vez de vuelta con el dinero se repartía en sobres y se entregaba a las familias aprovechando la entrega diaria de leche.

A partir de la mitad de la década de los años sesenta el camión sustituye al tren, evitándose las Centrales Lecheras la presencia de intermediarios en los pueblos. Un camión lleno de cantaras metálicas entraba en Salillas dentro de su ruta de recogida de leche por los pueblos del valle del Jalón. A primera hora de la mañana recorría el pueblo parando en varios puntos donde los vecinos ya esperaban con sus pozales y cantaras de leche. En el camión viajaban siempre dos personas: el chofer y el medidor. De la misma manera que anteriormente se realizaba con los intermediarios del tren, una vez medida la leche en el “medidor” se anotaba en un cuaderno la cantidad de leche proporcionada por el vecino y se le entregaba un recibí o justificante. De forma intermitente y esporádica se realizaba la prueba del contenido en grasa antes de verterla en grandes cantaras que subían una vez llenas al camión; Igualmente se llevaba botes con muestras de leche de los vecinos para su análisis y control. Las pequeñas explotaciones de vacuno entregaban ya rellenas las cántaras de leche y se llevaban otras cántaras vacías para el día siguiente.

Se recuerda la entrada de dos camiones, uno procedente de la Central Lechera de Casetas (Sali), que duró muy poco tiempo y posteriormente el camión de CLUZASA, siglas que corresponden a Centrales Lecheras Unidas de Zaragoza S.A., cuyas instalaciones se ubicaban al comienzo de la Avenida Cataluña en Zaragoza.¶
                                                       Cartel de Cluzasa 1972

No conservan buenos recuerdos los vecinos en sus relaciones comerciales con Cluzasa. Los bajos precios que ofrecían por la leche, los medidores de leche trucados y entregas de leche impagadas en los últimos años fueron cansando poco a poco a los vecinos. La entrada del camión es recordado en el pueblo hasta finales de los setenta o comienzos de los años ochenta cuando las vacas fueron desapareciendo poco a poco de la vida del pueblo.

Para el pago de la leche, generalmente una vez al mes, venía junto al camión un coche con un encargado de la Central Lechera, responsable de entregar a cada vecino la cantidad adeuda. Los últimos años de vida de esta empresa fueron difíciles por lo que el pago de la leche recogida en Salillas se realizaba con pagares o “vales” para su posterior cobro. Muchos de estos vales nunca se llegaron a cobrar quedándose pendientes, generando malestar entre los vecinos ante el abuso continuo que cometía CLUZASA. En 1986 la empresa cerró definitivamente, dejando numerosas deudas sin pagar.

La producción y venta de leche no constituyó el principal medio de vida de las familias de Salillas, al ser un pueblo orientado principalmente hacia la agricultura. Se recuerdan varias pequeñas explotaciones de vacuno de leche, con un máximo de entre 15-20 vacas (según los vecinos); fueron Pedro Monreal, Antonio González, Licer Montesinos, Jesus Vicente, Martin Crespo, Jose Antonio Bernal y Arturo Serrano los que apostaron durante algunos años por este negocio, pero siempre complementando sus rentas con trabajos como jornaleros o explotando directamente sus propias tierras.

Un forma de vida ya desaparecida pero conservada en la memoria de sus vecinos.

¶Hasta la próxima,

                        Pablo Founaud 
INUNDACIONES, RIADAS Y AVENIDAS EN SALILLAS DE JALON Y SU ENTORNO A TRAVES DE LA PRENSA ESCRITA (1832-1956).

En este artículo repasaremos las inundaciones, riadas y avenidas del río Jalón que afectaron a Salillas y a pueblos del entorno en el periodo 1832-1956 apoyándonos en la prensa escrita de la época. Las grandes tormentas de verano llegaron a inundar el pueblo mientras las crecidas del río del Jalón en periodos prolongados de precipitaciones desbordaron el río causando graves pérdidas en las cosechas, desperfectos en las acequias, desalojos de pueblos, etc.

Antes de comenzar debemos tener en cuenta que:

- Hacemos referencia a fenómenos meteorológicos extremos, que no fueron los únicos en el intervalo de tiempo estudiado y que afectaron a gran parte de la ribera del Jalón, destacando únicamente los daños causados en Salillas y su entorno cercano.

- El estudio se ha realizado con la consulta a periódicos de ámbito nacional (La Vanguardia, La Correspondencia de España, Epoca) que traen breves reseñas a lo sucedido, mientras que el Heraldo de Aragón, con ámbito regional, desarrollaba más ampliamente las noticias.

- Reproducimos fielmente aquella parte de los artículos más interesantes y que más nos afectan sin entrar a juzgar la mayor o menor objetividad en la narración de los acontecimientos. Dejamos al propio lector que los juzgue y saque sus consecuencias. - He subrayado los titulares de cada artículo para luego desarrollar la noticia. En algunos años se hace referencia a periódicos de dos días consecutivos donde se concreta más la noticia.

 - Debemos recordar que en los años elegidos para el estudio predominaba la sociedad rural frente a la urbana y donde la agricultura eran el principal medio de vida de la gran mayoría de la población; por lo tanto, los daños producidos por las avenidas e inundaciones dejaron muy dañada la economía familiar y cerca de la miseria y ruina a muchas familias.

 - Por ultimo debemos señalar el lenguaje y expresiones que se utilizan en la prensa que poco se parecen al periodismo actual y que sorprenderán al lector.

1832
En el verano de 1832 el periódico Epoca cita: “Daños causados por el temporal en Zaragoza. Las perdidas son de gran consideración Siguen llegando noticias del desastre que ha ocasionado la última tormenta. Algunos pueblos han quedado incomunicados…. En Lucena de Jalón, Torrijo de la Cañada y demás pueblos de la ribera del Jalón y del Ebro se ha perdido todo lo que respetó el desbordamiento de dichos ríos hace unos días. La catástrofe ha producido una profunda consternación, pues quedan en la miseria numerosos pueblos.”

1897
En otoño de 1897 la Vanguardia cita: “Inundaciones en Aragón. Telegrafían de Zaragoza diciendo que se ha inundado el pueblo de Salillas de Gurrea?? a causa del desbordamiento del río Jalón”

El Heraldo de Aragón cita: El Jalón: “El río Jalón que baña la extensa y fértil vega se ha desbordado de su cauce ordinario. Las aguas se han elevado a varios metros de altura sobre el nivel normal de dicho río. En Plasencia ha causado grandes perjuicios materiales la nueva crecida. Las aguas han anegado los primeros pisos de algunas casas. Témese el derrumbamiento de algunas de estas si la crecida continua. Dícese también están inundados Ricla, Calatorao, Salillas, Rueda y Grisen… “

Al día siguiente el Heraldo de Aragón puntualiza acerca de la crecida del Jalón:“Las Inundaciones: Van conociéndose detalles de las inundaciones ocasionadas por el desbordamiento de los ríos en la comarca aragonesa”. Salillas de Jalón:”Han quedado por completo destruidas las plantaciones anegadas por la avenida. Las acequias de riego completamente cegadas, exigirán grandes reparaciones. La de la Hermandad, que proporcionaba el agua necesaria a la vega, ha quedado destruida en muchas partes sufriendo la presa grandes desperfectos. La variación del cauce del Jalón ha hecho que el trazado que antes recorría la acequia mencionada tenga que variarse. Hay muchos campos que se han convertido en pedregales, imposibles para el cultivo”

1913
En otoño de 1913 el periódico la Correspondencia de España cita: “En Zaragoza; se reciben en el Gobierno Civil noticias de los pueblos de la provincia dando cuenta de los grandes daños causados por las tormentas. En Salillas quedaron las calles convertidas en lagunas y se inundaron casas, llegando el agua en algunos barrios hasta los pisos primeros. Las autoridades, ayudados por los vecinos, realizaron activos trabajos para evitar desgracias.

El Heraldo de Aragón describe la situación de la siguiente forma: “Las Tormentas, Datos oficiales. Salillas. Sobre las dos de la tarde, descargó fortísima tormenta en este termino municipal, siendo tal la cantidad de agua y granizo caída, que parte de las casas del pueblo se convirtieron en grandes lagunas, inundándose en algunas patios, corrales y dependencias bajas. Próxima la recolección de la uva es de suponer haya experimentado considerables perdidas del viñedo con el ímpetu de la tormenta que venía acompañada de fuertísimo viento.

No han ocurrido desgracias personales, multiplicándose las autoridades y vecinos en los trabajos de desagüe en las viviendas. Las huertas parecen inmensas lagunas y nuestro río es de suponer experimente gran crecida con perjuicio de los campos de sus márgenes al rebasar su cauce.

Ricla: Horrible pedrisco cayó ayer tarde destruyendo cosechas por completo, casas inundadas, pueblo consternado, sin desgracias personales; imploramos auxilio al gobierno.

Calatorao: El alcalde de esta villa dice lo siguiente: A las cuatro de la tarde de ayer descargó una fuerte tormenta con gran cantidad de granizo; destruidas las cosechas de oliva, panizo, judías, alfalfa, y causando grandes perjuicios en la remolacha. No se tiene noticia de ninguna desgracia personal.

1932

En el verano de 1932 se recogen en La Vanguardia lo siguiente: “Destrozos causados por las tormentas. Pueblos en miseria, tierras inundadas, cosechas perdidas. Continúan recibiéndose noticias de los pueblos siniestrados a consecuencia de los temporales que revelan la magnitud del daño inferido en la agricultura zaragozana. En Salillas las fincas inmediatas al pueblo quedaron convertidas en grandes lagunas, con la pérdida completa de la cosecha”.
                                          Recorte del Heraldo de Aragón, año 1932
 
Al día siguiente el mismo periódico continuaba dando detalles de la catástrofe: “ Ha recibido el gobernador detalladas comunicaciones que expresan los daños causados por los desbordamientos de los ríos y que le dirigen los alcaldes de los pueblos de Paracuellos, Calatorao, Santa Cruz de Grio, Mozota, Purroy, Chodes, Arandiga, Alpartir , La Almunia, Urrea de Jalón, Berbedel, Azuara, Alagón y Lucena. El pueblo de Berbedel tuvo que ser abandonado por sus moradores que se refugiaron con sus ganados en el pueblo inmediato de Lucena de Jalón. Ha sido convocada una magna asamblea de los pueblos ribereños del Jalón damnificados por la riada para el próximo domingo. Tendrá lugar en La Almunia de Doña Gomina y están invitados todos los diputados a Cortes”.

Un fragmento de la editorial en el Heraldo de Aragón recogía la amplitud de la tragedia antes de desarrollar la propia noticia: “A consecuencia del temporal de lluvias se desbordan los ríos Jalón, Jiloca, Perejiles y Queiles y arrasan grandes extensiones de cultivos, ocasionando daños incalculables en las cosechas. ¡Cruel verano, que dejará perdurable recuerdo amargo y huellas de ruina y desolación que no se borrarán en mucho tiempo!. El temporal de lluvias reciente ha colmado la desventura. Los ríos desbordados han llevado la inundación a magnitudes excepcionalmente conocidas. Y esto ha acontecido en todos los ríos principales y sus afluentes que surcan el suelo aragonés. El Jalón, el Huerva, el Queiles, el Huecha, aumentado su ya crecido caudal del temporal de lluvias con las aportaciones aniquiladoras de las barranqueras convertidas en torrentes, han hecho del día de anteayer una efeméride aragonesa verdaderamente trágica. La extensión de la calamidad alcanza a gran parte de la tierra de Aragón.

Rara será la huerta que no haya quedado inundada y cuya destrucción no sea completa. Multitud de pueblos se han visto aislados y amenazados de desaparición. Las comunicaciones han quedado totalmente trastornadas. Vías férreas, carreteras, y caminos están cubiertos por las aguas. Los transportes han sido ayer, y lo serán en algunos días, empeño heroico. A fuerza de tanteos y rodeos de tiempo e incomodidades, algunas líneas de automóviles han conseguido que la incomunicación no fuera completa. Sin embargo, la incomunicación es absoluta entre muchos lugares vecinos. Y de los incomunicados nada
 se sabe; pero si alienta el temor de que hayan sido victimas de una desdicha irremediable.



Recorte del Heraldo de Aragón, año 1932
¡Verano cruel! Repetimos. Su recuerdo se asociará a las fechas fatídicas. Aquellas en las que el hambre y las pestes fueron azote no olvidado. ¡Año fatal para el campo! ¡Año implacable en el aniquilamiento del brío del agricultor aragonés, ahora descorazonado, aferrado al agro, que le traiciona!”

En sus paginas interiores se recoge un reportaje de dos periodistas que visitan la ribera del Jalón, acercándose a Salillas para comprobar los daños: ”La ribera del Jalón cubierta por las aguas” En las primeras horas de la mañana de ayer llegaron noticias alarmantes de algunos pueblos de la fecunda ribera del Jalón. El río, sembrador de ordinario de grandes riquezas, se ha desbordado, y ahora las destruye y arrastra bajo la mirada espantada de los labriegos, que tenían esperanzas fundadas en un gran año de cosechas. Salimos en un automóvil de Zaragoza con Marín Chivite, que otras veces cruzó por aquellos lugares para recoger la alegría de sus festejos.

A la entrada de Epila preguntamos por la importancia de la riada. Las respuestas fueron unánimes. Extraordinaria avenida. No se recuerda otra igual.

Preguntamos a los citados vecinos de Epila si podíamos llegar a Salillas de Jalón. Nos dicen que no, porque el río se ha llevado el puente que hay en la carretera a un kilómetro del pueblo. Seguimos el viaje, cada vez más interesados por la tragedia de aquellos labriegos y propietarios de la huerta más rica de Aragón. Y acaso también la más extensa.

Apenas entramos en el ramal de carretera que conduce a Salillas de Jalón, unos vecinos del pueblo de Berbedel que están a las orillas de una acequia desbordada, nos dicen que no podremos llegar a Salillas porque se está resquebrajando el puente.



Rio Jalón a la altura de Salillas (Difusión autorizada por Alfredo Sancho)
Puente sobre el Rio jalón en Salillas. (Cedida por Alfredo Sancho)

 
- ¿Y en su pueblo que pasa?

 - Pues que ha quedado sin vecinos y animales. A la primera hora de la mañana, al ver desbordada esta acequia llamada de la Villa y próxima a desbordarse la de la Hermandad que pasa por la única calle que hay en el pueblo, decidimos sacar a todos los chicos y luego caballerías y animales domésticos y trasladarlos a su próximo que es Lucena.

 - Y en la huerta, ¿ha causado la riada destrozos?

 - Esta toda cubierta por el agua. No ha quedado nada. Ahora estamos temiendo que se nos inunden las casas.

Y había en el acento y en el gesto de aquellas mujeres de aquellos jóvenes y de aquellos mozos, una resignación casi de fatalidad.

 El chofer que nos conduce, animado por nosotros y llevando como guías a unos buenos campesinos, que marchan por la carretera cubiertos de agua hasta la rodilla, se decide a conducirnos hasta el puente que hay sobre el Jalón. Allí están, viejos, jóvenes, mujeres y niños, gran número de vecinos de Salillas.

 A un lado y otro del puente, como un mar agitado por fuertes vientos, el Jalón que arrastra montones de gavillas de trigo, árboles, plantas de patatas y remolacha.

Las aguas se estrellan contra los pretiles del puente y están a punto de remontarlo. Un poco más abajo hay otro del que no se ve ya más que un punto negro de la bola del barandal. Y la inundación deja aislados de la tierra algunos caseríos, que prudentemente sus vecinos habían abandonado. Cada instante que pasa son más hondas, más anchas las grietas del puente. Y más fuerte el oleaje del río y más intenso su rumor. Las aguas color de chocolate, tierra de las huertas de la vega, van extendiéndose, ocultando mayor extensión de tierra. Desaparecen campos de panizo. Los labradores, los vecinos de Salillas, miran consternados al río. Y un viejecito, apoyado en su cayada dice:

 - Hace cuatro días ni corriente de agua había por debajo de este puente.

 Entablamos conversación con aquel viejecito de voz temblorosa, que reprendía a unos muchachos porque saltaban demasiado en torno a la zona que iban ganando las aguas.

 - ¿Había buena cosecha de trigo?

 - Como nunca. Además este año se había sembrado más que en ningún otro. En cambio se ha plantado mucha menos remolacha.

 - ¿Entonces las pérdidas….?. No nos deja terminar la frase.

 - ¡Las pérdidas… las pérdidas….! Una ruina ¿No ve usted que no queda ni un palmo de huerta que no este cubierto por el agua?

 -¿Cuando empezó a notarse la crecida?

 - Ayer tarde, a última hora. Pero ya con esta fuerza, desde la seis de la mañana.

Nos rodea un corro de gente. Marin Chivite hace fotografías: Uno dice

- Haga retratos, haga. A ver si luego nos indemnizan de esta ruina.

 Aun preguntamos al viejo:

 - ¿Recuerda usted alguna crecida del Jalón tan grande como esta?

 - No señor. Yo tengo sesenta años y he vivido siempre aquí. Una riada como esta no ha existido. Ni siquiera parecida.

Los demás asienten. Y entonces nos dan noticias de que en otros pueblos aun son mayores los estragos. En Ricla, dice uno, hay una familia que vive en una torre, que esta en peligro de perecer ahogada. Son una mujer y tres hijos, porque el marido salió con gran peligro y al intentar volver para recoger a los suyos, ya no pudo. Creo que han avisado a Zaragoza y han llegado soldados pontoneros.

 Otro nos informa. En Plasencia del Jalón llega el agua hasta los segundos pisos de las casas y el pueblo ha quedado totalmente rodeado de agua……

En un informe posterior encontramos detalladamente los daños producidos en Salillas:

“Salillas de Jalón: Desbordamiento de río Jalón!": De gran inquietud y pena es el día de hoy para este vecindario. Las primeras noticias recibidas son las de que el río Jalón, saliéndose de su cauce, invade grandes extensiones de cultivos de sus márgenes, arrastrando gran cantidad de cereales, que por las inclemencias del tiempo no habían podido acarrearse a las eras. Contemplo con verdadera pena su arrebatador ímpetu, viendo en su cauce grandes cantidades de cereales que el agua se lleva, sepultando en su corriente fundadas esperanzas del labrador.



Desde el puente del vecino pueblo de Lucena de Jalón parece hallarnos en un verdadero trozo de mar. La finca llamada “La Caseta” propiedad de los hermanos Rosel, ha sido desalojada por sus moradores en previsión de alguna desgracia, aunque a la hora que depósito estas notas en el correo no ha ocurrido, afortunadamente, percance alguno que lamentar.

No es posible de momento calcular las pérdidas, pues hortalizas, patatares, melonares, etc, que se siembran en las márgenes, por ser tierras más propias, todo se halla anegado.



Muchas tierras quedaran incultivados por el arrastre de su laboreo, siendo costoso el volver a ponerlas en condiciones de cultivo. Si a tanta pérdida agregamos el perjuicio que hace en las mieses las lluvias continuas y la mala perspectiva de cosecha que se avecina de remolacha, ¿que situación es por lo presente y como podemos considerar el año agrícola? ¿Podremos de alguna forma llevar al ánimo del labrador algún auxilio que en parte mitigue estas calamidades?

Pocos días después de la catástrofe el Heraldo de Aragón recogía la visita oficial de representantes del gobierno: “Salillas de Jalón: Visita Oficial. Acompañado de los señores de Acción Republicana de Zaragoza don Rafael Delatas, don Cesar Bonilla, Don Carlos Cuartero, don Rafael Rodríguez y don Benito Ariza, llegó a esta localidad el director general de Estadística y diputado a Cortes don Honorato de Castro. Su visita tuvo por objeto el hacerse cargo personalmente de los daños causados por las recientes inundaciones del río Jalón, cambiando impresiones con los interesados para poder llevar ante los Poderes Públicos el deseo y urgente necesidad de positivos auxilios.

Don Honorato nos manifestó que una vez enterado de los grandes daños originados en estos pueblos ribereños, se había entrevistado con el jefe del Gobierno y ministros de Agricultura y Gobernación, haciendo presente su interés en que con la mayor urgencia viesen la forma de mitigar tantas perdidas….”

                               Puente Salillas 1932. Cedida y autorizada por Alfredo Sancho



1936
En la primavera de 1936 el Heraldo de Aragón recogía en sus paginas el crecimiento y desbordamiento del río Jalón en la cercana localidad de Ricla: “Un gran temporal de lluvia. En Ricla, las aguas del Jalón invadieron toda la huerta y provocaron el hundimiento de un puente y de una casa. En muchas fincas, la riada se llevó las tierras de cultivo y dejó grandes montones de broza y cascajo. Los Pontoneros acudieron en auxilio de los habitantes de una torre donde el agua llegaba al primer piso. En Calatorao se halla interceptado el camino de la estación y se han hundido tres edificios”. Después de visitar la Cañada del Manubles, donde el desbordamiento de este río ha producido efectos catastróficos, hemos estado en Ricla, otro de los pueblos más perjudicados por la inundaciones. En la entrada del pueblo hemos encontrado a varios vecinos; con ellos hemos hablado de esta catástrofe que ha situado en la ruina a muchos pueblos aragoneses y ellos nos han facilitado una amplia referencia de lo ocurrido en Ricla. En este pueblo se inició la crecida del Jalón en la noche del domingo y alcanzó su plenitud el lunes al mediodía.

Como en los demás pueblos de la ribera el desbordamiento alcanzó una magnitud jamás conocida. En pocas horas toda la vega, que es rica y fecunda como pocas, quedó inundada y convertida en una colosal laguna.



La impetuosa corriente destrozó los cajeros de las acequias y los muros de contención, arrancó de raíz numerosos árboles y provoco desprendimientos de grandes masas de tierra. Las aguas alcanzaron una considerable altura y llegaron hasta las tapias de los corrales de las casas de la parte izquierda de la calle de la Cruz. Los vecinos de estas casas vivieron unas horas de gran inquietud y sobresalto pues dada la forma en que se desarrollaba la crecida temieron ver invadidos sus hogares. También llego el agua hasta las casas del barrio de la Estación. El lavadero público quedo totalmente inundado y cegada la fuente. En este lugar presentaba el río un aspecto verdaderamente imponente.

La herrería instalada en un local inmediato al lavadero y unas cuadras propiedad de Braulio Lausin, quedaron inundadas desde el primer momento. El local de la herrería se hundió en la mañana del lunes sin que ocurrieran desgracias personales.

La broza y los troncos de árbol cegaron el ojo del puente de la acequia situado en el camino de la estación. Esto hizo que se concentrara en aquel lugar una enorme corriente de agua que provoco el derrumbamiento del muro y de parte del puente quedando interceptado el camino. Las autoridades dispusieron inmediatamente que se colocara una pasarela de madera para que no se interrumpiera el transito y no quedara incomunicado el barrio de la Estación.

Heraldo de Aragón, año 1936

En la noche del domingo el pueblo vivió momentos verdaderamente dramáticos pues como se acentuaba la crecida del río se temía que ocurrieran desgracias personales. Como los inquilinos de la torre “ La Aleja” reclamaban auxilio por estar bloqueados por el agua, el alcalde comunicó telefónicamente con el gobernador civil del que solicitó el urgente envío de una sección del regimiento de Pontoneros. Los Pontoneros llegaron a Ricla a las doce de la noche e inmediatamente botaron una barcaza y, salvando grandes peligros y dificultades, pudieron acercarse a la torre, desalojando de ella a sus inquilinos.

La riada destruyó todas las cabañas y corrales de la huerta y la corriente arrastró a los animales que en ellos había, los cuales perecieron ahogados. También se llevo el agua gran cantidad de aperos de labranza.

 Y como consecuencia de todo esto se han perdido las cosechas de remolacha, cereales y hortalizas.

Al descender las aguas se ha visto que en numerosas fincas las aguas han hecho desaparecer tierras de cultivo, dejando enormes montones de broza y cascajo. Para poner en condiciones de cultivo estas tierras será necesario que pase algún tiempo e invertir mucho dinero y trabajo.

 La situación económica en que queda el pueblo no puede ser más angustiosa porque se da el triste caso de que también se había perdido la cosecha de fruta, que constituye una de sus principales fuentes de riqueza.

En Calatorao a consecuencia de las inundaciones se hundieron tres edificios. Desde Ricla nos hemos trasladado a Calatorao. Cuando llegamos a este pueblo y a pesar de haber descendido notablemente la crecida, todavía está inundada la mayor parte de la huerta.

Unos vecinos nos dicen que las fincas que más han sufrido los efectos de la riada son las enclavadas en las partidas de “Carniol”, “La Guitarra”, “ El Otro Cabo” e “ Irramiel” donde el agua llegó a alcanzar más de dos metros de altura. Las autoridades locales al advertir la importancia de la crecida, cursaron las oportunas órdenes para que fueran desalojadas las torres situadas en las inmediaciones del río y a esto se debió el que no ocurrieran desgracias personales. La zona inundada es de trescientos cahices de tierra, en los que había plantada remolacha, cereales y hortalizas. Las aguas han destrozado los sembrados y en algunas fincas han dejado montones de grava. En el soto de “Berbejo” quedaron inundadas hasta el primer piso dos torres que habían sido ya desalojadas y la impetuosa corriente hizo que ambos edificios se hundieran. Los inquilinos han perdido todos los muebles, ropas y enseres. También se inundó otra torre situada en la partida de “ El Otro Cabo”. Otra torre situada en la partida “Las Lofras” conocida por la Casa de los Rusos, resultó con grandes desperfectos. Estas familias de campesinos quedan en la más completa ruina.

Hemos recorrido parte de la zona afectada por el desbordamiento del río. El camino de la estación esta inundado y la corriente impide el paso. Solo se puede llegar hasta el puente sobre el Jalón. Para evitar posibles desgracias, las autoridades han prohibido terminantemente el paso de vehículos por el puente. Las perdidas ocasionadas son de enorme consideración y la mayoría de los labradores quedan en una situación muy crítica.

1949
En el otoño de 1949 Heraldo de Aragón cita: “El Jalón se ha desbordado. En toda la ribera se han producido grandes daños materiales Telefoneo desde esta villa en donde me encuentro (Ricla) incomunicado con Zaragoza porque los puentes de las carreteras que a ella conducen se han hundido arrastrados por la fuerza de las aguas. Un autentico diluvio ha caído por todas estas zonas y principalmente por la provincia de Soria donde ha reventado el dique del pantano de Monteagudo que ha ocasionado la principal inundación en todo el valle del río Jalón.
                                         Recorte Heraldo de Aragón, año 1949

 El puente de la carretera general cerca de Epila ha sido arrastrado por las agua, quedando por ello incomunicado el transito. También se hallan inteceptadas las entradas de Calatorao, Salillas, Longares y Cariñena”

1956
La ultima riada que citamos, y que muchos vecinos recuerdan sucedió a finales del mayo de 1956. El Heraldo de Aragón de aquellas fechas recoge: “Las inundaciones producen daños incalculables. Una vez más los elementos desencadenados han llevado a la ruina a una zona de la región aragonesa y concretamente de la provincia de Zaragoza, la de esas ricas riberas del Jalón y del Jiloca tan fecundas en sus diversos cultivos, y en la variedad de sus frutos arbóreos. Y han sido precisamente en un año prospero en lluvias, y ya vencido los temores de la estación que más riesgos ofrece al campo, en los aledaños de la siega y de la recogida de los frutos. La bendición del agua, por la que tanto suspiramos, con la vista puesta en nuestras estepas monegrinas y en todos nuestros secarrales ha sido ahora al caer en turbión sobre las cuentas de unos ríos y al desbordarse estos, la causante de la catástrofe en un extensión enorme de hectáreas de cultivo.

Salvamentos en el barrio de la Azucarera: La entrada de Calatorao nos impresiona. Desde las primeras horas de la mañana, todo el vecindario esta estacionado en la carretera que conduce a la estación totalmente aislada del pueblo por las aguas. Sus fértiles huertas están anegadas. El campo se ha convertido en un mar, un mar asolador que ha traído la desgracia a estos laboriosos campesinos.

El vecindario esta alarmado. El barrio de la Azucarera es un archipiélago desierto. Ayer, fuerzas de Pontoneros y Guardia Civil hicieron desalojar las humildes viviendas. Dos familias quedaron a merced de la furiosa corriente; dos familias que no queriendo abandonar sus hogares quedaron allí a correr una suerte a todas luces adversas. Fue el cabo de la Guardia Civil don Emilio Cubelos, comandante del puesto de Calatorao quien llevo a cabo el heroico acto de salvamento. Con agua hasta el pecho sacó uno a uno a todos los allí bloqueados y cargándoselos a las espaldas los fue llevando hasta el pontón navegado por fuerzas de Pontoneros de Zaragoza. Todo el vecindario junto a la Guardia Civil colaboraron en estos arriesgados salvamentos.

No se recuerda una catástrofe parecida: Nos acompañan en la visita a la zona del pueblo afectada el jefe de la Hermandad de Labradores, el teniente de alcalde de Calatorao, el secretario, y el cabo de la Guardia Civil. Todos coinciden:

En Calatorao no se recuerda una catástrofe parecida. Las perdidas son muy grandes, nos dicen. Afortunadamente no hay que lamentar desgracias personales.

- ¿En cereales?

- En cereales, en hortalizas y en remolacha que ya estaba nacida, la perdida es total. La inundación ha devastado lo mejor de nuestra huerta.

- ¿Hectáreas afectadas?

- Sobre quinientas hectáreas.

- ¿Frutales?

- Hay mucho frutal en esa zona, pero el agua no ha llegado a las copas, sino a la cruz del árbol.

Nos dicen que en la noche pasada, que se esperaba un descenso de las aguas, han aumentado estas en 25 centímetros.

- Hoy ha batido el record de altura. Más que en el año 35, nos aseguran.

- ¿Los daños traducidos a pesetas?

- Es imposible calcular. Hasta que la huerta no quede limpia de agua no podrá apreciarse el daño que ha causado. Lo que arrastre la corriente al venir el descenso será también un gran perjuicio. Los arrastres siempre se llevan la tierra y traen otras que desnivelan la huerta, aparte de producir roturas de márgenes y linderos. Estas pérdidas no pueden calcularse. El agua ha arrastrado viveros de frutales; son injertos pequeños y sucumbieron al primer empuje de la corriente.

- ¿Cómo se presentaba la cosecha?

- A pesar de las heladas del mes de febrero, venía bien. Si ahora no hubiese llovido de esta manera se hubiera salvado la cosecha íntegra, excepto el olivar que se heló para dos años.

Estamos ante el corte de carretera de la Estación inundada por dos sitios frente a la barriada aislada de la Azucarera, donde ayer fueron salvadas varias familias por fuerzas de Pontoneros y Guardia Civil.
La primera preocupación del pueblo fue evitar desgracias, nos dicen. Se temía que se derrumbase el puente viejo sobre el Jalón pero aún se mantiene en pie. Las balsas que contemplamos sobre la huerta impresionan; la corriente de las aguas sobrecoge”

En el mismo periódico:“ El río Jalón origina grandiosos perjuicios en las huertas de Epila” A consecuencia del fuerte temporal de lluvias acaecido en esta villa durante los días de la semana pasada el río Jalón embravecido se desbordó, rebosando sus aguas ambas márgenes arrastrando la corriente las remolachas, los trigos y demás plantas que hallaba a su paso por los campos.

Muchos fueron los vecinos que se desplazaron del pueblo para ir a presenciar la gran riada que iba tomando gran incremento hasta cubrir la carretera de la estación imposibilitando el paso de los vehículos y peatones. El coche de servicio de pasajeros de Zaragoza a Epila no pudo llegar al pueblo y el de La Almunia a Zaragoza que llega aquí a las dos de la tarde tuvo que hacer el viaje a Zaragoza por la carretera general y pasar por la Muela.

El programa del año no puede ser más pésimo para los agricultores. El mes de febrero dio un rendimiento continuo de grandes heladas que mucho perjudicaron a los olivares, igualmente se helaron también muchos trigos sembrados en el monte; y desde aquel entonces no han podido desarrollar los sembrados por falta de riego y como estas lluvias han llegado tarde la cosecha de cereales se reducirá a la tercera parte o acaso algo más que no compensará los gastos originados en la siembra.

En la huerta, que había alguna esperanza de recolectar lo sembrado, el desbordamiento del Jalón ha venido a arrasar las cosechas.


Hemos recordado con este extenso artículo siete momentos donde las fuerzas de la naturaleza aliadas con el Jalón muestran su fuerza y poder dominante sobre el hombre poniendo en peligro su vida y desarrollo económico.

 El Jalón, que discurre cerca de Salillas tranquilo y silencioso, guarda en su interior una fuerza que esperemos no tener que comprobar en el futuro.

 Hasta la próxima

Pablo Founaud