INUNDACIONES, RIADAS Y AVENIDAS EN SALILLAS DE JALON Y SU ENTORNO A TRAVES DE LA PRENSA ESCRITA (1832-1956).
En este artículo repasaremos las inundaciones, riadas y avenidas del río Jalón que afectaron a Salillas y a pueblos del entorno en el periodo 1832-1956 apoyándonos en la prensa escrita de la época. Las grandes tormentas de verano llegaron a inundar el pueblo mientras las crecidas del río del Jalón en periodos prolongados de precipitaciones desbordaron el río causando graves pérdidas en las cosechas, desperfectos en las acequias, desalojos de pueblos, etc.
Antes de comenzar debemos tener en cuenta que:
- Hacemos referencia a fenómenos meteorológicos extremos, que no fueron los únicos en el intervalo de tiempo estudiado y que afectaron a gran parte de la ribera del Jalón, destacando únicamente los daños causados en Salillas y su entorno cercano.
- El estudio se ha realizado con la consulta a periódicos de ámbito nacional (La Vanguardia, La Correspondencia de España, Epoca) que traen breves reseñas a lo sucedido, mientras que el Heraldo de Aragón, con ámbito regional, desarrollaba más ampliamente las noticias.
- Reproducimos fielmente aquella parte de los artículos más interesantes y que más nos afectan sin entrar a juzgar la mayor o menor objetividad en la narración de los acontecimientos. Dejamos al propio lector que los juzgue y saque sus consecuencias. - He subrayado los titulares de cada artículo para luego desarrollar la noticia. En algunos años se hace referencia a periódicos de dos días consecutivos donde se concreta más la noticia.
- Debemos recordar que en los años elegidos para el estudio predominaba la sociedad rural frente a la urbana y donde la agricultura eran el principal medio de vida de la gran mayoría de la población; por lo tanto, los daños producidos por las avenidas e inundaciones dejaron muy dañada la economía familiar y cerca de la miseria y ruina a muchas familias.
- Por ultimo debemos señalar el lenguaje y expresiones que se utilizan en la prensa que poco se parecen al periodismo actual y que sorprenderán al lector.
1832
En el verano de 1832 el periódico Epoca cita: “Daños causados por el temporal en Zaragoza. Las perdidas son de gran consideración Siguen llegando noticias del desastre que ha ocasionado la última tormenta. Algunos pueblos han quedado incomunicados…. En Lucena de Jalón, Torrijo de la Cañada y demás pueblos de la ribera del Jalón y del Ebro se ha perdido todo lo que respetó el desbordamiento de dichos ríos hace unos días. La catástrofe ha producido una profunda consternación, pues quedan en la miseria numerosos pueblos.”
1897
En otoño de 1897 la Vanguardia cita: “Inundaciones en Aragón. Telegrafían de Zaragoza diciendo que se ha inundado el pueblo de Salillas de Gurrea?? a causa del desbordamiento del río Jalón”
El Heraldo de Aragón cita: El Jalón: “El río Jalón que baña la extensa y fértil vega se ha desbordado de su cauce ordinario. Las aguas se han elevado a varios metros de altura sobre el nivel normal de dicho río. En Plasencia ha causado grandes perjuicios materiales la nueva crecida. Las aguas han anegado los primeros pisos de algunas casas. Témese el derrumbamiento de algunas de estas si la crecida continua. Dícese también están inundados Ricla, Calatorao, Salillas, Rueda y Grisen… “
Al día siguiente el Heraldo de Aragón puntualiza acerca de la crecida del Jalón:“Las Inundaciones: Van conociéndose detalles de las inundaciones ocasionadas por el desbordamiento de los ríos en la comarca aragonesa”. Salillas de Jalón:”Han quedado por completo destruidas las plantaciones anegadas por la avenida. Las acequias de riego completamente cegadas, exigirán grandes reparaciones. La de la Hermandad, que proporcionaba el agua necesaria a la vega, ha quedado destruida en muchas partes sufriendo la presa grandes desperfectos. La variación del cauce del Jalón ha hecho que el trazado que antes recorría la acequia mencionada tenga que variarse. Hay muchos campos que se han convertido en pedregales, imposibles para el cultivo”
1913
En otoño de 1913 el periódico la Correspondencia de España cita: “En Zaragoza; se reciben en el Gobierno Civil noticias de los pueblos de la provincia dando cuenta de los grandes daños causados por las tormentas. En Salillas quedaron las calles convertidas en lagunas y se inundaron casas, llegando el agua en algunos barrios hasta los pisos primeros. Las autoridades, ayudados por los vecinos, realizaron activos trabajos para evitar desgracias.
El Heraldo de Aragón describe la situación de la siguiente forma: “Las Tormentas, Datos oficiales. Salillas. Sobre las dos de la tarde, descargó fortísima tormenta en este termino municipal, siendo tal la cantidad de agua y granizo caída, que parte de las casas del pueblo se convirtieron en grandes lagunas, inundándose en algunas patios, corrales y dependencias bajas. Próxima la recolección de la uva es de suponer haya experimentado considerables perdidas del viñedo con el ímpetu de la tormenta que venía acompañada de fuertísimo viento.
No han ocurrido desgracias personales, multiplicándose las autoridades y vecinos en los trabajos de desagüe en las viviendas. Las huertas parecen inmensas lagunas y nuestro río es de suponer experimente gran crecida con perjuicio de los campos de sus márgenes al rebasar su cauce.
Ricla: Horrible pedrisco cayó ayer tarde destruyendo cosechas por completo, casas inundadas, pueblo consternado, sin desgracias personales; imploramos auxilio al gobierno.
Calatorao: El alcalde de esta villa dice lo siguiente: A las cuatro de la tarde de ayer descargó una fuerte tormenta con gran cantidad de granizo; destruidas las cosechas de oliva, panizo, judías, alfalfa, y causando grandes perjuicios en la remolacha. No se tiene noticia de ninguna desgracia personal.
1932
En el verano de 1932 se recogen en La Vanguardia lo siguiente: “Destrozos causados por las tormentas. Pueblos en miseria, tierras inundadas, cosechas perdidas. Continúan recibiéndose noticias de los pueblos siniestrados a consecuencia de los temporales que revelan la magnitud del daño inferido en la agricultura zaragozana. En Salillas las fincas inmediatas al pueblo quedaron convertidas en grandes lagunas, con la pérdida completa de la cosecha”.
Recorte del Heraldo de Aragón, año 1932
Al día siguiente el mismo periódico continuaba dando detalles de la catástrofe: “ Ha recibido el gobernador detalladas comunicaciones que expresan los daños causados por los desbordamientos de los ríos y que le dirigen los alcaldes de los pueblos de Paracuellos, Calatorao, Santa Cruz de Grio, Mozota, Purroy, Chodes, Arandiga, Alpartir , La Almunia, Urrea de Jalón, Berbedel, Azuara, Alagón y Lucena. El pueblo de Berbedel tuvo que ser abandonado por sus moradores que se refugiaron con sus ganados en el pueblo inmediato de Lucena de Jalón. Ha sido convocada una magna asamblea de los pueblos ribereños del Jalón damnificados por la riada para el próximo domingo. Tendrá lugar en La Almunia de Doña Gomina y están invitados todos los diputados a Cortes”.
Un fragmento de la editorial en el Heraldo de Aragón recogía la amplitud de la tragedia antes de desarrollar la propia noticia: “A consecuencia del temporal de lluvias se desbordan los ríos Jalón, Jiloca, Perejiles y Queiles y arrasan grandes extensiones de cultivos, ocasionando daños incalculables en las cosechas. ¡Cruel verano, que dejará perdurable recuerdo amargo y huellas de ruina y desolación que no se borrarán en mucho tiempo!. El temporal de lluvias reciente ha colmado la desventura. Los ríos desbordados han llevado la inundación a magnitudes excepcionalmente conocidas. Y esto ha acontecido en todos los ríos principales y sus afluentes que surcan el suelo aragonés. El Jalón, el Huerva, el Queiles, el Huecha, aumentado su ya crecido caudal del temporal de lluvias con las aportaciones aniquiladoras de las barranqueras convertidas en torrentes, han hecho del día de anteayer una efeméride aragonesa verdaderamente trágica. La extensión de la calamidad alcanza a gran parte de la tierra de Aragón.
Rara será la huerta que no haya quedado inundada y cuya destrucción no sea completa. Multitud de pueblos se han visto aislados y amenazados de desaparición. Las comunicaciones han quedado totalmente trastornadas. Vías férreas, carreteras, y caminos están cubiertos por las aguas. Los transportes han sido ayer, y lo serán en algunos días, empeño heroico. A fuerza de tanteos y rodeos de tiempo e incomodidades, algunas líneas de automóviles han conseguido que la incomunicación no fuera completa. Sin embargo, la incomunicación es absoluta entre muchos lugares vecinos. Y de los incomunicados nada
se sabe; pero si alienta el temor de que hayan sido victimas de una desdicha irremediable.
Recorte del Heraldo de Aragón, año 1932
¡Verano cruel! Repetimos. Su recuerdo se asociará a las fechas fatídicas. Aquellas en las que el hambre y las pestes fueron azote no olvidado. ¡Año fatal para el campo! ¡Año implacable en el aniquilamiento del brío del agricultor aragonés, ahora descorazonado, aferrado al agro, que le traiciona!”
En sus paginas interiores se recoge un reportaje de dos periodistas que visitan la ribera del Jalón, acercándose a Salillas para comprobar los daños: ”La ribera del Jalón cubierta por las aguas” En las primeras horas de la mañana de ayer llegaron noticias alarmantes de algunos pueblos de la fecunda ribera del Jalón. El río, sembrador de ordinario de grandes riquezas, se ha desbordado, y ahora las destruye y arrastra bajo la mirada espantada de los labriegos, que tenían esperanzas fundadas en un gran año de cosechas. Salimos en un automóvil de Zaragoza con Marín Chivite, que otras veces cruzó por aquellos lugares para recoger la alegría de sus festejos.
A la entrada de Epila preguntamos por la importancia de la riada. Las respuestas fueron unánimes. Extraordinaria avenida. No se recuerda otra igual.
Preguntamos a los citados vecinos de Epila si podíamos llegar a Salillas de Jalón. Nos dicen que no, porque el río se ha llevado el puente que hay en la carretera a un kilómetro del pueblo. Seguimos el viaje, cada vez más interesados por la tragedia de aquellos labriegos y propietarios de la huerta más rica de Aragón. Y acaso también la más extensa.
Apenas entramos en el ramal de carretera que conduce a Salillas de Jalón, unos vecinos del pueblo de Berbedel que están a las orillas de una acequia desbordada, nos dicen que no podremos llegar a Salillas porque se está resquebrajando el puente.
Rio Jalón a la altura de Salillas (Difusión autorizada por Alfredo Sancho)
Puente sobre el Rio jalón en Salillas. (Cedida por Alfredo Sancho)
- ¿Y en su pueblo que pasa?
- Pues que ha quedado sin vecinos y animales. A la primera hora de la mañana, al ver desbordada esta acequia llamada de la Villa y próxima a desbordarse la de la Hermandad que pasa por la única calle que hay en el pueblo, decidimos sacar a todos los chicos y luego caballerías y animales domésticos y trasladarlos a su próximo que es Lucena.
- Y en la huerta, ¿ha causado la riada destrozos?
- Esta toda cubierta por el agua. No ha quedado nada. Ahora estamos temiendo que se nos inunden las casas.
Y había en el acento y en el gesto de aquellas mujeres de aquellos jóvenes y de aquellos mozos, una resignación casi de fatalidad.
El chofer que nos conduce, animado por nosotros y llevando como guías a unos buenos campesinos, que marchan por la carretera cubiertos de agua hasta la rodilla, se decide a conducirnos hasta el puente que hay sobre el Jalón. Allí están, viejos, jóvenes, mujeres y niños, gran número de vecinos de Salillas.
A un lado y otro del puente, como un mar agitado por fuertes vientos, el Jalón que arrastra montones de gavillas de trigo, árboles, plantas de patatas y remolacha.
Las aguas se estrellan contra los pretiles del puente y están a punto de remontarlo. Un poco más abajo hay otro del que no se ve ya más que un punto negro de la bola del barandal. Y la inundación deja aislados de la tierra algunos caseríos, que prudentemente sus vecinos habían abandonado. Cada instante que pasa son más hondas, más anchas las grietas del puente. Y más fuerte el oleaje del río y más intenso su rumor. Las aguas color de chocolate, tierra de las huertas de la vega, van extendiéndose, ocultando mayor extensión de tierra. Desaparecen campos de panizo. Los labradores, los vecinos de Salillas, miran consternados al río. Y un viejecito, apoyado en su cayada dice:
- Hace cuatro días ni corriente de agua había por debajo de este puente.
Entablamos conversación con aquel viejecito de voz temblorosa, que reprendía a unos muchachos porque saltaban demasiado en torno a la zona que iban ganando las aguas.
- ¿Había buena cosecha de trigo?
- Como nunca. Además este año se había sembrado más que en ningún otro. En cambio se ha plantado mucha menos remolacha.
- ¿Entonces las pérdidas….?. No nos deja terminar la frase.
- ¡Las pérdidas… las pérdidas….! Una ruina ¿No ve usted que no queda ni un palmo de huerta que no este cubierto por el agua?
-¿Cuando empezó a notarse la crecida?
- Ayer tarde, a última hora. Pero ya con esta fuerza, desde la seis de la mañana.
Nos rodea un corro de gente. Marin Chivite hace fotografías: Uno dice
- Haga retratos, haga. A ver si luego nos indemnizan de esta ruina.
Aun preguntamos al viejo:
- ¿Recuerda usted alguna crecida del Jalón tan grande como esta?
- No señor. Yo tengo sesenta años y he vivido siempre aquí. Una riada como esta no ha existido. Ni siquiera parecida.
Los demás asienten. Y entonces nos dan noticias de que en otros pueblos aun son mayores los estragos. En Ricla, dice uno, hay una familia que vive en una torre, que esta en peligro de perecer ahogada. Son una mujer y tres hijos, porque el marido salió con gran peligro y al intentar volver para recoger a los suyos, ya no pudo. Creo que han avisado a Zaragoza y han llegado soldados pontoneros.
Otro nos informa. En Plasencia del Jalón llega el agua hasta los segundos pisos de las casas y el pueblo ha quedado totalmente rodeado de agua……
En un informe posterior encontramos detalladamente los daños producidos en Salillas:
“Salillas de Jalón: Desbordamiento de río Jalón!": De gran inquietud y pena es el día de hoy para este vecindario. Las primeras noticias recibidas son las de que el río Jalón, saliéndose de su cauce, invade grandes extensiones de cultivos de sus márgenes, arrastrando gran cantidad de cereales, que por las inclemencias del tiempo no habían podido acarrearse a las eras. Contemplo con verdadera pena su arrebatador ímpetu, viendo en su cauce grandes cantidades de cereales que el agua se lleva, sepultando en su corriente fundadas esperanzas del labrador.
Desde el puente del vecino pueblo de Lucena de Jalón parece hallarnos en un verdadero trozo de mar. La finca llamada “La Caseta” propiedad de los hermanos Rosel, ha sido desalojada por sus moradores en previsión de alguna desgracia, aunque a la hora que depósito estas notas en el correo no ha ocurrido, afortunadamente, percance alguno que lamentar.
No es posible de momento calcular las pérdidas, pues hortalizas, patatares, melonares, etc, que se siembran en las márgenes, por ser tierras más propias, todo se halla anegado.
Muchas tierras quedaran incultivados por el arrastre de su laboreo, siendo costoso el volver a ponerlas en condiciones de cultivo. Si a tanta pérdida agregamos el perjuicio que hace en las mieses las lluvias continuas y la mala perspectiva de cosecha que se avecina de remolacha, ¿que situación es por lo presente y como podemos considerar el año agrícola? ¿Podremos de alguna forma llevar al ánimo del labrador algún auxilio que en parte mitigue estas calamidades?
Pocos días después de la catástrofe el Heraldo de Aragón recogía la visita oficial de representantes del gobierno: “Salillas de Jalón: Visita Oficial. Acompañado de los señores de Acción Republicana de Zaragoza don Rafael Delatas, don Cesar Bonilla, Don Carlos Cuartero, don Rafael Rodríguez y don Benito Ariza, llegó a esta localidad el director general de Estadística y diputado a Cortes don Honorato de Castro. Su visita tuvo por objeto el hacerse cargo personalmente de los daños causados por las recientes inundaciones del río Jalón, cambiando impresiones con los interesados para poder llevar ante los Poderes Públicos el deseo y urgente necesidad de positivos auxilios.
Don Honorato nos manifestó que una vez enterado de los grandes daños originados en estos pueblos ribereños, se había entrevistado con el jefe del Gobierno y ministros de Agricultura y Gobernación, haciendo presente su interés en que con la mayor urgencia viesen la forma de mitigar tantas perdidas….”
Puente Salillas 1932. Cedida y autorizada por Alfredo Sancho
1936
En la primavera de 1936 el Heraldo de Aragón recogía en sus paginas el crecimiento y desbordamiento del río Jalón en la cercana localidad de Ricla: “Un gran temporal de lluvia. En Ricla, las aguas del Jalón invadieron toda la huerta y provocaron el hundimiento de un puente y de una casa. En muchas fincas, la riada se llevó las tierras de cultivo y dejó grandes montones de broza y cascajo. Los Pontoneros acudieron en auxilio de los habitantes de una torre donde el agua llegaba al primer piso. En Calatorao se halla interceptado el camino de la estación y se han hundido tres edificios”. Después de visitar la Cañada del Manubles, donde el desbordamiento de este río ha producido efectos catastróficos, hemos estado en Ricla, otro de los pueblos más perjudicados por la inundaciones. En la entrada del pueblo hemos encontrado a varios vecinos; con ellos hemos hablado de esta catástrofe que ha situado en la ruina a muchos pueblos aragoneses y ellos nos han facilitado una amplia referencia de lo ocurrido en Ricla. En este pueblo se inició la crecida del Jalón en la noche del domingo y alcanzó su plenitud el lunes al mediodía.
Como en los demás pueblos de la ribera el desbordamiento alcanzó una magnitud jamás conocida. En pocas horas toda la vega, que es rica y fecunda como pocas, quedó inundada y convertida en una colosal laguna.
La impetuosa corriente destrozó los cajeros de las acequias y los muros de contención, arrancó de raíz numerosos árboles y provoco desprendimientos de grandes masas de tierra. Las aguas alcanzaron una considerable altura y llegaron hasta las tapias de los corrales de las casas de la parte izquierda de la calle de la Cruz. Los vecinos de estas casas vivieron unas horas de gran inquietud y sobresalto pues dada la forma en que se desarrollaba la crecida temieron ver invadidos sus hogares. También llego el agua hasta las casas del barrio de la Estación. El lavadero público quedo totalmente inundado y cegada la fuente. En este lugar presentaba el río un aspecto verdaderamente imponente.
La herrería instalada en un local inmediato al lavadero y unas cuadras propiedad de Braulio Lausin, quedaron inundadas desde el primer momento. El local de la herrería se hundió en la mañana del lunes sin que ocurrieran desgracias personales.
La broza y los troncos de árbol cegaron el ojo del puente de la acequia situado en el camino de la estación. Esto hizo que se concentrara en aquel lugar una enorme corriente de agua que provoco el derrumbamiento del muro y de parte del puente quedando interceptado el camino. Las autoridades dispusieron inmediatamente que se colocara una pasarela de madera para que no se interrumpiera el transito y no quedara incomunicado el barrio de la Estación.
Heraldo de Aragón, año 1936
En la noche del domingo el pueblo vivió momentos verdaderamente dramáticos pues como se acentuaba la crecida del río se temía que ocurrieran desgracias personales. Como los inquilinos de la torre “ La Aleja” reclamaban auxilio por estar bloqueados por el agua, el alcalde comunicó telefónicamente con el gobernador civil del que solicitó el urgente envío de una sección del regimiento de Pontoneros. Los Pontoneros llegaron a Ricla a las doce de la noche e inmediatamente botaron una barcaza y, salvando grandes peligros y dificultades, pudieron acercarse a la torre, desalojando de ella a sus inquilinos.
La riada destruyó todas las cabañas y corrales de la huerta y la corriente arrastró a los animales que en ellos había, los cuales perecieron ahogados. También se llevo el agua gran cantidad de aperos de labranza.
Y como consecuencia de todo esto se han perdido las cosechas de remolacha, cereales y hortalizas.
Al descender las aguas se ha visto que en numerosas fincas las aguas han hecho desaparecer tierras de cultivo, dejando enormes montones de broza y cascajo. Para poner en condiciones de cultivo estas tierras será necesario que pase algún tiempo e invertir mucho dinero y trabajo.
La situación económica en que queda el pueblo no puede ser más angustiosa porque se da el triste caso de que también se había perdido la cosecha de fruta, que constituye una de sus principales fuentes de riqueza.
En Calatorao a consecuencia de las inundaciones se hundieron tres edificios. Desde Ricla nos hemos trasladado a Calatorao. Cuando llegamos a este pueblo y a pesar de haber descendido notablemente la crecida, todavía está inundada la mayor parte de la huerta.
Unos vecinos nos dicen que las fincas que más han sufrido los efectos de la riada son las enclavadas en las partidas de “Carniol”, “La Guitarra”, “ El Otro Cabo” e “ Irramiel” donde el agua llegó a alcanzar más de dos metros de altura. Las autoridades locales al advertir la importancia de la crecida, cursaron las oportunas órdenes para que fueran desalojadas las torres situadas en las inmediaciones del río y a esto se debió el que no ocurrieran desgracias personales. La zona inundada es de trescientos cahices de tierra, en los que había plantada remolacha, cereales y hortalizas. Las aguas han destrozado los sembrados y en algunas fincas han dejado montones de grava. En el soto de “Berbejo” quedaron inundadas hasta el primer piso dos torres que habían sido ya desalojadas y la impetuosa corriente hizo que ambos edificios se hundieran. Los inquilinos han perdido todos los muebles, ropas y enseres. También se inundó otra torre situada en la partida de “ El Otro Cabo”. Otra torre situada en la partida “Las Lofras” conocida por la Casa de los Rusos, resultó con grandes desperfectos. Estas familias de campesinos quedan en la más completa ruina.
Hemos recorrido parte de la zona afectada por el desbordamiento del río. El camino de la estación esta inundado y la corriente impide el paso. Solo se puede llegar hasta el puente sobre el Jalón. Para evitar posibles desgracias, las autoridades han prohibido terminantemente el paso de vehículos por el puente. Las perdidas ocasionadas son de enorme consideración y la mayoría de los labradores quedan en una situación muy crítica.
1949
En el otoño de 1949 Heraldo de Aragón cita: “El Jalón se ha desbordado. En toda la ribera se han producido grandes daños materiales Telefoneo desde esta villa en donde me encuentro (Ricla) incomunicado con Zaragoza porque los puentes de las carreteras que a ella conducen se han hundido arrastrados por la fuerza de las aguas. Un autentico diluvio ha caído por todas estas zonas y principalmente por la provincia de Soria donde ha reventado el dique del pantano de Monteagudo que ha ocasionado la principal inundación en todo el valle del río Jalón.
Recorte Heraldo de Aragón, año 1949
El puente de la carretera general cerca de Epila ha sido arrastrado por las agua, quedando por ello incomunicado el transito. También se hallan inteceptadas las entradas de Calatorao, Salillas, Longares y Cariñena”
1956
La ultima riada que citamos, y que muchos vecinos recuerdan sucedió a finales del mayo de 1956. El Heraldo de Aragón de aquellas fechas recoge: “Las inundaciones producen daños incalculables. Una vez más los elementos desencadenados han llevado a la ruina a una zona de la región aragonesa y concretamente de la provincia de Zaragoza, la de esas ricas riberas del Jalón y del Jiloca tan fecundas en sus diversos cultivos, y en la variedad de sus frutos arbóreos. Y han sido precisamente en un año prospero en lluvias, y ya vencido los temores de la estación que más riesgos ofrece al campo, en los aledaños de la siega y de la recogida de los frutos. La bendición del agua, por la que tanto suspiramos, con la vista puesta en nuestras estepas monegrinas y en todos nuestros secarrales ha sido ahora al caer en turbión sobre las cuentas de unos ríos y al desbordarse estos, la causante de la catástrofe en un extensión enorme de hectáreas de cultivo.
“Salvamentos en el barrio de la Azucarera: La entrada de Calatorao nos impresiona. Desde las primeras horas de la mañana, todo el vecindario esta estacionado en la carretera que conduce a la estación totalmente aislada del pueblo por las aguas. Sus fértiles huertas están anegadas. El campo se ha convertido en un mar, un mar asolador que ha traído la desgracia a estos laboriosos campesinos.
El vecindario esta alarmado. El barrio de la Azucarera es un archipiélago desierto. Ayer, fuerzas de Pontoneros y Guardia Civil hicieron desalojar las humildes viviendas. Dos familias quedaron a merced de la furiosa corriente; dos familias que no queriendo abandonar sus hogares quedaron allí a correr una suerte a todas luces adversas. Fue el cabo de la Guardia Civil don Emilio Cubelos, comandante del puesto de Calatorao quien llevo a cabo el heroico acto de salvamento. Con agua hasta el pecho sacó uno a uno a todos los allí bloqueados y cargándoselos a las espaldas los fue llevando hasta el pontón navegado por fuerzas de Pontoneros de Zaragoza. Todo el vecindario junto a la Guardia Civil colaboraron en estos arriesgados salvamentos.
“No se recuerda una catástrofe parecida: Nos acompañan en la visita a la zona del pueblo afectada el jefe de la Hermandad de Labradores, el teniente de alcalde de Calatorao, el secretario, y el cabo de la Guardia Civil. Todos coinciden:
En Calatorao no se recuerda una catástrofe parecida. Las perdidas son muy grandes, nos dicen. Afortunadamente no hay que lamentar desgracias personales.
- ¿En cereales?
- En cereales, en hortalizas y en remolacha que ya estaba nacida, la perdida es total. La inundación ha devastado lo mejor de nuestra huerta.
- ¿Hectáreas afectadas?
- Sobre quinientas hectáreas.
- ¿Frutales?
- Hay mucho frutal en esa zona, pero el agua no ha llegado a las copas, sino a la cruz del árbol.
Nos dicen que en la noche pasada, que se esperaba un descenso de las aguas, han aumentado estas en 25 centímetros.
- Hoy ha batido el record de altura. Más que en el año 35, nos aseguran.
- ¿Los daños traducidos a pesetas?
- Es imposible calcular. Hasta que la huerta no quede limpia de agua no podrá apreciarse el daño que ha causado. Lo que arrastre la corriente al venir el descenso será también un gran perjuicio. Los arrastres siempre se llevan la tierra y traen otras que desnivelan la huerta, aparte de producir roturas de márgenes y linderos. Estas pérdidas no pueden calcularse. El agua ha arrastrado viveros de frutales; son injertos pequeños y sucumbieron al primer empuje de la corriente.
- ¿Cómo se presentaba la cosecha?
- A pesar de las heladas del mes de febrero, venía bien. Si ahora no hubiese llovido de esta manera se hubiera salvado la cosecha íntegra, excepto el olivar que se heló para dos años.
Estamos ante el corte de carretera de la Estación inundada por dos sitios frente a la barriada aislada de la Azucarera, donde ayer fueron salvadas varias familias por fuerzas de Pontoneros y Guardia Civil.
La primera preocupación del pueblo fue evitar desgracias, nos dicen. Se temía que se derrumbase el puente viejo sobre el Jalón pero aún se mantiene en pie. Las balsas que contemplamos sobre la huerta impresionan; la corriente de las aguas sobrecoge”
En el mismo periódico:“ El río Jalón origina grandiosos perjuicios en las huertas de Epila” A consecuencia del fuerte temporal de lluvias acaecido en esta villa durante los días de la semana pasada el río Jalón embravecido se desbordó, rebosando sus aguas ambas márgenes arrastrando la corriente las remolachas, los trigos y demás plantas que hallaba a su paso por los campos.
Muchos fueron los vecinos que se desplazaron del pueblo para ir a presenciar la gran riada que iba tomando gran incremento hasta cubrir la carretera de la estación imposibilitando el paso de los vehículos y peatones. El coche de servicio de pasajeros de Zaragoza a Epila no pudo llegar al pueblo y el de La Almunia a Zaragoza que llega aquí a las dos de la tarde tuvo que hacer el viaje a Zaragoza por la carretera general y pasar por la Muela.
El programa del año no puede ser más pésimo para los agricultores. El mes de febrero dio un rendimiento continuo de grandes heladas que mucho perjudicaron a los olivares, igualmente se helaron también muchos trigos sembrados en el monte; y desde aquel entonces no han podido desarrollar los sembrados por falta de riego y como estas lluvias han llegado tarde la cosecha de cereales se reducirá a la tercera parte o acaso algo más que no compensará los gastos originados en la siembra.
En la huerta, que había alguna esperanza de recolectar lo sembrado, el desbordamiento del Jalón ha venido a arrasar las cosechas.
Hemos recordado con este extenso artículo siete momentos donde las fuerzas de la naturaleza aliadas con el Jalón muestran su fuerza y poder dominante sobre el hombre poniendo en peligro su vida y desarrollo económico.
El Jalón, que discurre cerca de Salillas tranquilo y silencioso, guarda en su interior una fuerza que esperemos no tener que comprobar en el futuro.
Hasta la próxima
Pablo Founaud