1.- Introducción.
La principal actividad económica
de la mayoría de los vecinos de Salillas durante el siglo XX ha sido la
agricultura, aprovechando la posición estratégica del pueblo al ubicarse en un
valle ancho y plano junto al río Jalón, buenos suelos y cultivos de regadío
gracias a la red de acequias que aseguran el riego durante todo el año.
La remolacha fue
un importante cultivo durante casi setenta años, desde la construcción de la
Azucarera en Epila en 1902, hasta su cierre definitivo a finales de la década
de los sesenta, ocupando junto al trigo la gran mayoría de la superficie
cultivada.
La raíz de la planta de la remolacha fue
aprovechada para la producción de azúcar como producto principal y secundariamente
para la elaboración de pulpas utilizadas como alimento para el ganado.
Primeramente
recordamos algunos detalles sobre esta planta y su cultivo, actualmente
desaparecida en el valle del Jalón, para comprender bien la importancia que alcanzó.
La remolacha se
adaptó bien en tierras aragonesas, en especial al valle del Ebro y del Jalón,
ya que su cultivo cumplía bien las condiciones climáticas y edáficas para su
desarrollo.
- Necesidad de
muchas horas de sol.
- Temperaturas
sin heladas en primavera, y buena capacidad para aguantar el calor estival.
- Planta resistente al temido pedrisco, ya que no se
daña la raíz que es lo que realmente se aprovecha.
- Necesidad de
entre 600-800 mm de precipitación al año; esta cantidad no se alcanzan en el
valle del Jalón ni el valle del Ebro, pero se salvaba esta dificultad
introduciéndose en zonas de regadío.
Su cultivo rompió la estacionalidad del
trabajo en el campo al recogerse en pleno invierno (noviembre-diciembre)
sirviendo por tanto como complemento al resto de los cultivos con recolección
estival. Al mismo tiempo ofrece trabajo temporal a los jornaleros y miembros de
la familia en el momento de menor trabajo en el campo durante el año. Además la
remolacha tenía en las fábricas azucareras un comprador seguro de la cosecha,
ya que debían proveerse de la principal materia prima para la elaboración del azúcar.
Por tanto la
aparición de la remolacha en Salillas está ligada a la puesta en funcionamiento
en 1904 de la Azucarera de Epila. Su ubicación no es casualidad. Buenas
comunicaciones por ferrocarril (principal medio de transporte a principios de
siglo), suelo abundante y fértil con posibilidad de riego para el cultivo de la
remolacha en zonas próximas a la fábrica, buen clima y mano de obra abundante y
cercana (Epila contaba con 3770 habitantes en 1900) fueron las bases para su
instalación.
El cultivo de la
remolacha, las relaciones con la azucarera de Epila y las infraestructuras
desaparecidas en Salillas forman parte de la memoria de los veteranos
agricultores de Salillas que con este pequeño apunte intento rescatar y dar
conocer.
2.-Apuntes
Históricos. Nacimiento y desarrollo de la Industria Azucarera en España.
Comenzamos este
nuevo apunte con una pequeña introducción histórica que nos sitúe y aclare la
aparición y desarrollo de la remolacha en nuestra región y en particular en el
valle de Jalón, que nos servirá para entender y dar sentido a los recuerdos de
los veteranos agricultores en Salillas, que abordaremos posteriormente.
La aparición de
la remolacha en la agricultura española se remonta a 1878 cuando se introdujo
su cultivo gracias a la Sociedad Económica de Amigos del País de Granada con
rendimientos iniciales muy bajos. Pocos años más tarde los ingenieros de la
Granja Agrícola de Zaragoza estudian la adaptación de la remolacha a las
condiciones climáticas del Valle del Ebro comenzando entonces su extensión. En
1893 se instala la primera fábrica llamada “Azucarera de Aragón” en la ciudad
de Zaragoza aprovechado las primeras cosechas. Poco a poco la remolacha
comienza a extenderse en Andalucía, Castilla La Mancha, Asturias, Galicia y por
todo Valle del Ebro. En 1900 eran 40 las fabricas azucareras con tendencia a
seguir creciendo por lo que se siguieron incrementando en el país las hectáreas
cultivadas.
Diversas fueron
las razones que propiciaron el nacimiento y rápida extensión del cultivo de la
remolacha y la instalación de fabricas azucareras.
1.- Por una
parte la enfermedad de la filoxera arrasó el cultivo de la vid, mientras que el
cultivo de trigo se vio amenazado por las importaciones de Argentina y Estados
Unidos por lo que la remolacha constituía un cultivo alternativo con buenas
expectativas.
2- La pérdida de
Cuba como colonia española principal proveedora de azúcar a España, y la
necesidad de España de autoabastecerse de este producto obligaron a su cultivo
y rápida extensión en España. Al mismo tiempo la administración estableció
importantes aranceles a la importación de este producto para favorecer su
cultivo en España.
3.- Inicialmente
el agricultor obtuvo buenos precios por la venta de su cosecha, que además
estaba garantizada por la demanda de las fábricas azucareras, que siguieron
construyéndose y expandiéndose.
4- Del mismo
modo la oportunidad de negocio abierta con el mercado del azúcar atrajo las
inversiones de la clase burguesa y capitalista con la instalación de fábricas, que
se vio rápidamente recompensada con importantes remuneraciones en dividendos.
Con estas
circunstancias favorables las hectáreas cultivadas en España se multiplican desde
finales del siglo XIX para atender a las fábricas, que aumentan desde las 12 azucareras
en 1891 a 48 en 1901 y a 99 en 1911.
Inicialmente el
crecimiento del sector azucarero se produjo de forma desordenada, sin seguir
unas pautas entre la producción y consumo, por lo que en los primeros años del
siglo XX se producen momentos de excedentes por sobreproducción y surgen las
primeras medidas para regular el sector. En 1903 se creó la SGAE (Sociedad
General de Azucareras de España) que agrupo a 77 fábricas azucareras en España,
e intentó dictar normas para equilibrar la oferta y la demanda cerrando o
reduciendo la producción de algunas fabricas. En 1904 nació la "Azucarera
del Jalón" (Epila) que no se incorporó a la SGAE sino que se unió al grupo
minoritario de “Azucareras Libres” que pronto se convirtieron en una seria
competencia para la SGAE
En 1907 el
Estado, en un intento de regular el sector, dictó la "Ley Osma" por
lo que prohibía la construcción de nuevas azucareras, impuso un impuesto al
azúcar que soportaría el consumidor y fijaba los precios de venta de la remolacha
a la fábricas, frenando el desordenado crecimiento del sector.
En 1911 se crean
las tres grandes empresas azucareras que controlarán el negocio hasta casi la
actualidad: La antes citada SGAE, la CIA (unión de la Azucarera del Jalón SA
(Epila), anteriormente independiente, con la Compañía de Industrias Agrícolas)
y la Compañía Ebro que nació con la implantación de su primera azucarera en
Luceni. Entre las tres luchan para conseguir la remolacha para sus fábricas, y
producir más azúcar con el mejor rendimiento. Las tres fábricas tuvieron
presencia en Salillas, con la instalación de diferentes básculas para recoger
la remolacha, como posteriormente comentaremos.
3.- La Azucarera
del Jalón (Epila) y sus relaciones con los agricultores de Salillas de Jalón a comienzos
del siglo XX.
Las relaciones
entre las fábricas azucareras y los agricultores remolacheros nunca fueron
fáciles. El precio a pagar al agricultor por tonelada de remolacha, la
superficie cultivada y su ubicación, la entrega de abonos y semillas, los descuentos
en la entrega de mercancía, el pago de la remolacha, etc. fueron regulados
mediante contratos entre ambas partes, con clausulas que llegaron a
considerarse abusivas según el punto de vista del agricultor; por tanto fueron
frecuentes los conflictos entre las partes.
Por ello, la Diputación Provincial intentó
mediar entre las partes buscando acuerdos para vencer las dificultades
existentes y acercar posturas. En abril de 1914 las Diputaciones de Navarra,
Teruel y Zaragoza envían a los pueblos productores un cuestionario con varias
preguntas para intentar concretar las líneas comunes de actuación a seguir en
las relaciones entre los agricultores y las fabricas azucareras. Los
agricultores de Salillas rellenan la encuesta en función de sus problemas;
resumimos sus contestaciones para entender la difícil situación a comienzos del
siglo XX, y que deja constancia del abuso que ejercían las azucareras en sus
relaciones con el pequeño agricultor.
Una primera
pregunta es acerca de la conveniencia de rebajar el impuesto de los azucares.
Esta respuesta es muy similar al resto de pueblos, solicitando la rebaja del
impuesto, ya que los fabricantes al tener que pagar este impuesto, lo
repercuten posteriormente al agricultor bajando el precio de compra de la
remolacha, principal materia prima en la fabricación de azúcar.
La segunda
pregunta del cuestionario hace referencia a las garantías que debe ofrecer la fábrica
en el pago de la remolacha y en que forma. La respuesta es clara y concisa: “El pago debe verificarse a lo más tardar
quincenalmente en cada localidad y desde luego debe exigirse una garantía de
pago de cumplimiento de los contratos que deberá ser objeto de estudio por las
Juntas de las sociedades de Agricultores de las distintas denominaciones”
La tercera
pregunta que contestan los agricultores de Salillas se refiere a determinar la
época para realizar los contratos de cultivo de remolacha. Los agricultores
proponen el mes de septiembre como momento óptimo de la contratación de forma
que de no convenir el precio y condiciones de contratación los agricultores
puedan dedicar sus tierras a otro cultivo y las fábricas buscar otra fuente de
materia prima, o bien modificar las bases de la contratación si lo estiman y
acuerdan las partes. El objetivo es claro “evitar
de este modo lo acaecido en el año corriente que sin tiempo material para
preparar las tierras para otras clases de cultivo han presentado las entidades
azucareras la baja de precio y condiciones de contratación indignas que el
labrador no debe aceptar en lo sucesivo porque se convierte en un mero vasallo
del fabricante”
La última
pregunta fue sobre la posible intervención en las operaciones de peso y
descuento en las entregas de remolacha, y en caso que deba realizarse ver el
modo que da más garantía para realizarla. Reproducimos la respuesta, nuevamente
clara y concisa: “Las operaciones de peso
y descuento en la entrega de la remolacha debe ser intervenida por ambas
partes, bien directamente (en lo que a los cultivadores se refiere) por los
mismos propietarios o sus representantes o bien por un individuo apto para ello
que los labradores designen en cada pueblo sufragado por los mismos, pues es
esta una operación de compra-venta de condiciones especiales en la que tanto el
vendedor como el comprador deben intervenir con reconocido derecho”. Este
punto hizo aparecer la figura del veedor, con muy escasa presencia en las
operaciones de pesado de la remolacha en Salillas.
4.- El Contrato
de compra-venta con la Azucarera de Epila. Principales características.
El cultivo y
compra-venta de remolacha entre los agricultores y las fábricas estaba regulado
por un contrato; En veinte puntos se describían todas las condiciones que
obligan a ambas partes. Reproducimos los puntos más importantes de un contrato
tipo que la fábrica de Epila ofreció a los agricultores de Salillas en la
campaña 1914-1915 donde es posible comprobar algunas de las duras y estrictas
condiciones impuestas, y que fueron queja continua de los agricultores:
Contrato entre los agricultores y las fabricas
“El que suscribe D…. ,vecino de… domiciliado
en … se obliga a cultivar remolacha para la campaña de 1914-1915 en los
términos que se detallan y con sujeción a las condiciones que se consignan a
continuación.
En un cuadro se
debe desglosar información de cada finca a cultivar
-
Termino, partida
y lindes de la finca.
-
Nombre del
propietario.
-
Superficie a
cultivar
-
Productividad
máxima en toneladas
CONDICIONES:
Suministro
y utilización de la Semilla.
1.-La Compañía facilitara
gratuitamente al cultivador la semilla de remolacha necesaria, hasta la
cantidad de siete kilogramos por hectárea para el sistema de trasplante y doce
kilogramos para la siembra directa a golpes
2.-El cultivador viene obligado a
no emplear otra simiente que la facilitada por la Compañía, quedando está
autorizada, en otro caso, para no admitir la remolacha producida, y si
procediese, se llevará el asunto a los Tribunales.
Tipo
de cultivo y condiciones
3.-El
labrador podrá optar por el sistema de trasplante o el de siembra directa,
haciendo constar en el compromiso el procedimiento de cultivo que se proponga
seguir. Tanto en uno como en otro sistema, las plantas deberán quedar de 30 a
35 centímetros entre una y otra línea y en estas a la distancia conveniente,
para que resulten de diez a doce plantes por metro cuadrado.
No
se permite asociar el cultivo de la remolacha a ningún otro anual.
Los
que adopten el sistema de trasplante deberán hacer el semillero en la primera
quincena de Marzo, lo más tarde, y la remuda en cuanto el desarrollo de la
planta lo permita.
La
siembra directa no podrá verificarse después del 10 de mayo, y se procederá a
aclarar, dejando una sola planta en cada golpe, cuando estas alcancen
suficiente desarrollo.
Antes
de proceder al trasplante el cultivador que adopte este sistema, y a la
siembra, el que cultive a golpe, avisará al encargado o representante de la
Compañía para señalar los campos en los cuales haya de cultivarse la remolacha.
Cuando la Sociedad lo crea conveniente, comprobará la superficie cultivada.
4.- Si por mala nacencia, o por
otra causa, el cultivador considerase necesario labrar un campo, lo avisará al
encargado o representante de la Compañía, con objeto de recibir la
correspondiente autorización, debiendo, en tal caso, abonar, desde luego, los
adelantos que, por cualquier concepto, hubiese recibido hasta aquella fecha.
Recepción de la mercancía, condiciones descarga, descuentos y fechas.
5.- La recepción empezará el día
del mes de octubre que se fije la Dirección técnica de la fábrica, siempre que
la remolacha haya adquirido la madurez necesaria.
6.- La Compañía se reserva el
derecho de suspender la recepción de remolacha, cuando estuviesen casi llenos
los silos o depósitos de la fábrica, o los sitios de las estaciones donde se
reciba la mercancía, así como por desperfectos en la maquinaria u otro caso
fortuito, debiendo anunciar la suspensión de la recepción, en los pueblos en
que haya turnos con tres días de antelación.
7.-El peso de la remolacha se hará
en las básculas de la Sociedad que la reciba, avisándose con tres días de
antelación la apertura de las mismas, al comenzar la campaña. El peso habrá de
efectuarse en los días y horas que se fijen a presencia del que conduzca la
mercancía, teniendo los cultivadores derecho a comprobar las básculas por si, o
por persona en quien deleguen al efecto.
La Compañía admitirá la
intervención de los cultivadores en las operaciones de peso, descuento y
descarga.
Los cultivadores que se acojan a la
facultad de nombrar representante para intervenir en la fijación de turnos,
descuentos, examen de basculas y demás incidencias que puedan surgir, con
motivos de la recepción lo pondrán oportunamente en conocimiento de la fabrica.
8.- El cultivador descargara a mano
y por su cuenta, la remolacha en el sitio y en la forma que indiquen los
encargados de la compañía, no pudiendo tirar la tierra que quede en los carros
o medios de transporte hasta después de pesados estos para su tara a cuyo
efecto no se admitirán los carros que no lleven el fondo bien cerrado con
esteras o paños y los tableros sin agujeros, ni rendijas. La descarga deberá
verificarse siempre por la parte superior del carro. EL conductor se obliga a
quitar la ropa, las cebaderas, etc, antes del peso del carro.
Igualmente cuidaran los conductores
de que todas las caballerías lleven un bozal puesto, para impedir que las
remolachas sean mordidas, lo cual perjudica su conservación.
9- Las remolachas se entregarán
bien limpias y con el cuello cortado plano, hasta el punto donde nacen las
hojas inferiores.
Para determinar la proporción de
tierra y cuellos mal cortados, se cogerá durante la descarga y en el momento
conveniente, por el muestrero de la Sociedad, la cantidad de remolacha
necesaria, sin elección ni preparación alguna.
Estas remolachas se limpiarán y
descoronarán, para fijar el descuento.
10- El día en que deba terminar la
recepción de remolacha, lo fijará la Compañía. En ningún caso dicho día será
después del 31 de Enero.
Suministro de Abonos a los agricultores:
12- La Compañía adelantará abonos a
los cultivadores que lo soliciten y ella estime conveniente, garantizando su
composición, superfosfato de cal, destinado exclusivamente a los campos en que
haya de cultivarse la remolacha y nitrato de sosa, para los planteros
precisamente, no pudiendo exceder de cien pesetas por hectárea, el importe de
dichos abonos. El cultivador deberá recoger los abonos en los puntos indicados
por la Compañía y firmará el correspondiente recibo, cuyo importe le será
descontado al verificarse el pago de la remolacha.
La compañía antes de distribuir los
abonos dará conocimientos a los cultivadores del precio a que se les expenderán
13.- Cuando la remolacha este
plantada o verificado el entresaque, si la planta se encuentra en buenas
condiciones a juicio del encargado de la fábrica, la Compañía adelantará en
metálico, mediante recibo, a los labradores que lo soliciten y ella estime
conveniente, para los gastos del cultivo y a razón de cien pesetas por hectárea
la cantidad que corresponda a la superficie cultivada.
Superficie cultivada
14 La finca o fincas objeto del
presente convenio, son exclusivamente las que en mismo se describen
detalladamente. En su consecuencia y por ninguna causa podrá el cultivador
sustituirlas por otras, a menos que obtenga autorización de la Compañía, que lo
dejará consignado como adición a este convenio.
Otras condiciones
15 La compañía podrá ceder,
traspasar, y subrogar el presente convenio.
La cesión será sin perjuicio del
derecho del cultivador a que el pago de la remolacha se le haga por la entidad con
quién contrato.
16- Sera de cuenta del cultivador
el pago de todo impuesto establecido o que se establezca sobre la remolacha por
la Provincia o el Municipio.
17. La remolacha la tendrán los
cultivadores a disposición de la Compañía como guardadores o depositarios, con
obligación de entregar toda la comprometida, sin detraerla ni enajenarla. La
Compañía no vendrá obligada a tomar mayor cantidad de remolacha que la máxima
consignada en el presente compromiso.
18- La compañía nombrará encargados
que vigilen el cumplimiento de este compromiso, entendiéndose que no se obliga
a recibir la remolacha de aquellos cultivadores que no lo observen
puntualmente. Dichos encargados los asesorarán en las dudas que les ocurran y
los labradores permitirán en todo tiempo, la entrada y medición de los campos
que ajusten.
19 En caso de litigio, por
incumplimiento de este compromiso o por débitos de anticipos, se designa como
domicilio la capital de la provincia donde se encuentra instalada la fabrica.
20 Quedará nulo y sin efecto este
compromiso, si por fuerza mayor o caso fortuito extraordinario, no pudiera
realizarse el objeto del mismo.
En espera de su conformidad, quedo
de ustedes afectísimo S S.Q.B.SM.
Fdo El cultivador”
5.- Periodo
1909-1939: Ajustes y reajustes en el mercado de la remolacha. Organización de
los agricultores.
Con la
derogación en 1911 de la Ley Osma, que impedía la construcción de más fábricas,
comienza una rápida expansión de la superficie cultivada en nuevas provincias
así como la instalación de nuevas fábricas. En su lucha por conseguir remolacha
las fábricas azucareras llegan a subir los precios en periodo de malas cosechas
o escasa superficie cultivada, y a bajarlo en momentos de sobreproducción,
además de estar influenciados por impuestos y tasas de la Administración, así
como beneficios o trabas a la importación.
Una lucha entre todas las azucareras bajo el
libre juego de la oferta y la demanda, que lleva incluso al cierre de algunas fábricas
o el traslado a las nuevas áreas de cultivo de remolacha. Entre ellas podemos
citar la fábrica azucarera de Calatorao que abrió en 1921 y cerró hacia 1925, sin
llegar a rentabilizar la inversión realizada. Hoy en día todavía podemos
contemplar varios edificios en precario estado.
En 1916 la
Azucarera del Jalón (Epila) anunciaba que pagaba el precio de la tonelada de
remolacha al precio más alto que la pagaban las demás azucareras, y si mejoraban
los precios, la de Epila se comprometía a aumentarlos automáticamente. Una
arriesgada iniciativa para abastecerse de suficiente remolacha en beneficio de
los agricultores.
Esta lucha entre
las diferentes fábricas por conseguir remolacha suficiente llevó incluso a la
azucarera de Epila en 1930 a poner anuncios en los periódicos anunciando la
compra de remolacha a un precio fijado por tonelada puesto en la estación de la
ciudad de Huesca.
Anuncio Nueva España 1930
En 1927 la
prensa recoge la celebración en Zaragoza del Congreso nacional Remolachero con
numerosas ponencias de personalidades de la agricultura, industria y comercio.
En dicho Congreso estuvo inscrito el “Sindicato Agrícola y Pecuario de Salillas
de Jalón”.
En el valle del
Jalón los agricultores alternaron años con buenos precios en su venta de la
remolacha por otros más bajos, en un mercado sin control, con una lucha feroz
entre las fábricas y con una falta total de planificación nacional.
Todo cambió en 1935
cuando se dictó la Ley de Azucares con la pretensión de regular definitivamente
el mercado. En dicha Ley se definieron las zonas de cultivo de remolacha en
España, el número de hectáreas a cultivar, así como los precios que deberán
regir entre las azucareras y los agricultores, buscando acercar la producción
al consumo y controlar el stock.
6.- Periodo
1940-1968: Control estatal de sector, cambios en contratos y evolución
histórica:
Terminada la
guerra, España entra en un sistema autárquico y de autoabastecimiento con férreo
control de la producción y distribución de las producciones agrícolas por el
Estado, con una parte de sociedad al límite de la pobreza. Además el
aislamiento económico que sufrió España durante esta década impidió la llegada
de semillas de calidad, así como fertilizantes, abonos, y utillaje propio para
la agricultura. Son años de escasez donde el Estado se esfuerza en convencer a
los agricultores primando la extensión del cultivo. Así la azucarera de Epila,
que recogió en la década 1920-30 una media de 83.000 tn/año de remolacha y de
73.000 tn/años en la década 1930-40, bajó en la década de los cuarenta a una
media de 47.000 tn/año de remolacha entregada.
La intervención
del Estado en la agricultura organiza la producción de la remolacha del país y establece
un nuevo modelo de contrato para las contrataciones común a todas las fábricas
del país, similar al antes comentado. Se delimitan las zonas donde se puede
cultivar, además de fijar el precio mínimo cada año por tonelada entregada y se
asigna a cada fabrica un cupo máximo de producción.
Comparando el
nuevo modelo de contrato impuesto desde Gobierno Central a los agricultores con
el que suministraba la azucarera a principios de siglo, compruebo que las
formas de trabajo y organización son similares, con algunos detalles y
puntualizaciones. Destaco tres pequeñas matizaciones;
-
Las semillas
suministradas en 1914 eran gratis para el agricultor; posteriormente en los
contratos de los años cuarenta el coste de las semillas será descontado del
pago de la remolacha.
-
A principios de
siglo la fábrica no ofrecía la posibilidad de adelantos por la remolacha a suministrar,
hecho que si cita posteriormente, cumpliendo determinados requisitos.
-
La tercera diferencia hace referencia al descuento
aplicado en las básculas. En los nuevos contratos determinados por el Estado se
estima un máximo descuento en el peso de la remolacha de un 8% y un 12% si la
recolección fuera en época de lluvias. Los contratos de principios de siglo no
citan descuentos máximos.
Los años
cincuenta son años de cambio con la apertura del país hacia el exterior y con
la implantación del Plan de Estabilización en 1959, que relanzó la economía y
la comenzó a integrar dentro del conjunto de países europeos.
En esta década
de los cincuenta las azucareras, con tecnología muy retrasada respecto de los
países europeos por los años de aislamiento, comienzan a invertir en la
electrificación de las mismas tras años movidos por la fuerza motriz del vapor;
se cambian las turbinas y maquinaria buscando una mayor capacidad de molienda diaria.
Las superficie cultivada se recupera y en esta década se alterna años de exceso
de producción y excedentes durante los primeros años del decenio con años de
déficit e importaciones y por tanto un incremento en el precio de la remolacha.
En Epila se vuelven a alcanzar la media de 72.000 toneladas de remolacha
recogida, volviendo por tanto a valores de la década de los veinte. Años de
intenso cultivo en Salillas, bien recordados por los agricultores de entonces.
Los años sesenta
se presentaron con grandes cambios en la distribución del cultivo en España que
supusieron el final de la industria azucarera en Epila y una gran reducción en su
cultivo en el valle del Ebro.
7.- El
cultivo de la Remolacha en Salillas de Jalón: recuerdos de los agricultores.
7.1 De la
siembra a la recolección.
Gracias a la
buena memoria de los agricultores veteranos de Salillas podemos comprender todo
el ciclo de la remolacha, una vez tenemos una visión general de lo que ha
supuesto el cultivo de esta raíz en España y en particular en el valle del
Jalón.
El cultivo de la
remolacha es recordado por todos los agricultores como un trabajo duro y
exigente físicamente ya que todo el ciclo se trabajaba con herramientas
manuales; los tractores aparecieron en los últimos años de su cultivo en
Salillas y solamente en aquellas casas de mayor capacidad económica, antes de
la expansión generaliza a finales de los sesenta, cuando su cultivo habia casi
desaparecido de la vega del Jalón.
Su cultivo
comenzaba a finales de invierno con la preparación de la tierra que es removida,
volteada y aireada con brutones,
vertederas o brabantes tirados por machos o caballerías; posteriormente se
pasaba una “tabla” para alisar y aplanar el terreno. Para acabar de preparar el
campo se debía “alomarlo” (formar lomos) pasando un aladro tirado por caballerías
que iba acumulando la tierra en los lados formando los lomos lineales y paralelos
separados entre sí por un surco.
La siembra
directa con semillas (no se recuerda el sistema de trasplante en el pueblo) se
realizaba a finales de marzo o principios de abril manualmente; para ello el
agricultor realizaba los agujeros en los lomos a golpe de azadilla introduciendo
en cada hoyo varias semillas con el objetivo de asegurar al menos el nacimiento
de alguna de ellas. La separación entre dos agujeros consecutivos era de unos
20 cm, mientras que los lomos estaban separadas entre si alrededor de 40 cm. Las
semillas eran entregadas por la fábrica azucarera a cada agricultor y el coste
de estas semillas era descontado posteriormente en el pago de la remolacha al
final de cada campaña. Cada agricultor gastaba entre 1 y 2 kg de semilla por
anega, en función de la habilidad y destreza para dejar caer las semillas
justas.
Para evitar el
ataque de la pulguilla se fumigaban los campos de remolacha con plaguicidas en
polvo aplicado a mano o gracias a rudimentarias mochilas.
Hacia el mes de
mayo, una vez comenzaba a crecer, se debía seleccionar una a una la mejor
planta de remolacha de entre las varias que crecían en cada uno de los hoyos
plantados, por lo que se arrancaban las que no eran validas con un simple tirón
a mano. Entre los vecinos esta faena de aclarar o esclarecer la remolacha se
denominaba coloquialmente “exmatar”.
"Entrecavar"
o quitar las malas hierbas que podían crecer entre los surcos y que hacían
competencia al desarrollo de la remolacha, era una labor que realizaban los
hombres de la casa ayudados por un azadón.
Durante el
crecimiento de la planta el agricultor podía abonar el campo con Nitrato de
Chile; dicho abono le era suministrado por la fábrica azucarera, y el coste de
lo que adquiriese era descontado en el pago de la remolacha al final de la
campaña. Algunas familias aprovechaban el estiércol que obtenían de sus propios
animales para abonar los campos, ahorrándose algo de dinero en la compra de
abonos.
Antiguo Cartel Nitrato de Chile en Alagón
Se regaba a
manta una vez cada quince días, siempre y cuando el río Jalón, sin regular,
dispusiera de agua en especial en los meses de verano. Si no se disponía de
agua por falta de caudal en el río, la propia planta utilizaba sus recursos
propios que almacenaba en la raíz para sobrevivir, perdiendo poco a poco peso y
por tanto rentabilidad para el agricultor.
La recolección
de la remolacha se realizaba manualmente comenzando a finales del mes de
noviembre y durante diciembre y parte de enero, participando para ello toda la
mano de obra disponible en la familia. Se utilizaba un "gancho" o
herramienta formada por dos dientes metálicos en forma de “U” con mango de
madera que se clavaba justo detrás de cada planta de remolacha intentando siempre
no dañar la raíz; haciendo palanca con la tierra se extraía fácilmente la raíz de
la remolacha. La remolacha arrancada se iba almacenando en montones a lo largo
del campo. Una vez ha sido toda arrancada y amontonada, se descoronaba o de
forma coloquial “esculaba”. Para este trabajo se utilizaba un cuchillo y con un
solo golpe se separaba la raíz del tallo formado por varias hojas verdes. Para
organizar el trabajo de descoronar la remolacha, cada cuatro montones de
remolacha recién arrancada que formase un cuadrilátero se formaba en su centro
un nuevo montón con la raíz ya separada de la planta; las mujeres de la casa
eran las encargadas de realizar este duro trabajo de rodillas y ayudadas por un
saco de paja a modo de cojín que les ayudase a soportar la incómoda posición
durante horas en largas jornadas de trabajo en pleno invierno. Posteriormente se
solían tapar los nuevos montones de remolacha con los restos verdes de las
plantas de la remolacha para protegerla de los fríos y evitar su congelación
antes de recogerla en los carros los días siguientes. En los difíciles años de
la postguerra se recuerda la llegada de cuadrillas de mujeres de Lucena a "escular",
obteniendo por su trabajo los restos verdes separados de la raíz de la remolacha,
con el único objeto de conseguir alimentos para el ganado. Esta labor de
escular, junto con el trabajo de exmatar, fueron las únicas tareas donde las
mujeres de las casas de Salillas colaboraban en todo el ciclo de la remolacha.
GANCHO PARA ARRANCAR REMOLACHA
Acumulada la raíz
limpia en montones en el campo se subían al carro o galera de una en una con
las manos o se utilizaban “espuertas” que eran unos cestos de mimbre circulares
con dos asas y con muy poco fondo.
Antigua Espuerta
Una vez cargada
la remolacha en el carro los restos de la planta eran extendidos en el campo
mediante horcas para luego ser aprovechados como alimentos para el ganado de la
casa. Los rendimientos en el cultivo de la remolacha se recuerdan entre 1,5 y 2´5
toneladas por anega en un año normal, pudiendo alcanzar las 3 toneladas o más
en un buen año. (1 anega= 714 m2).
La remolacha era
trasladada desde el campo hasta las básculas del pueblo situadas en la Avenida
de La Estación, muy próximas a la estación de ferrocarril. El camino del campo
a la báscula tampoco era fácil, con unos caminos malos y embarrados en el
invierno y las calles del pueblo sin asfaltar. Muchos agricultores recuerdan los
problemas que tenían para llegar a las básculas, al tener que superar la cuesta
de entrada a Salillas junto a la fuente, la cuesta del molino, la estrecha
calle del horno o la cuesta del "Sevillano" camino de Mareca. Los
carros cargados de remolacha se quedaban atascados en las profundas rodadas y
surcos, por lo que debían pedir ayuda e ir en busca de más caballerías y machos
para poder sacar los carros. El camino del campo a la básculas que hoy parecería
tan sencillo, rápido y corto, se convertia años atrás en una aventura donde se
llegaban a invertir varias horas en el peor de los casos.
7.2 Sistemas
de explotación y rotación de cultivos.
La explotación
directa del campo por sus propietarios fue la forma habitual de trabajo en
Salillas, pero la mala distribución de las parcelas concentradas en pocas manos
(ver apunte “La vida en Salillas durante el siglo XX (1900-1980)”) condujo otra
manera peculiar de explotación que fue la "aparcería", es decir la
cesión de un campo por el propietario a un tercero a cambio de una
participación en los resultados. Los pactos “a la cuarta" fueron
frecuentes en Salillas de forma que una vez era recogida la cosecha, el 75% era
para el propietario del terreno y el 25% para el jornalero. Por tanto en este
sistema el dueño simplemente cedía un campo para la siembra, mientras el
jornalero que se acogía a este sistema de explotación “a la cuarta” era quien
realizaba todo el trabajo y esfuerzo desde la siembra hasta la recolección de
la remolacha. En el momento de recogerla y ser trasladada a las básculas el
dueño aparecía aportando generalmente el carro y las caballerías para sacar la
remolacha del campo y llevarla a la báscula.
Aunque la mayoría
de los campos cultivados estaban junto al río Jalón, en la vega, también se
recuerdan plantaciones de remolacha “a la cuarta” en la finca de la Hoya, donde
su anterior dueña La Duquesa de Alba, cedía campos "a la cuarta" a
los agricultores y jornaleros de Salillas. Gracias a un pozo y una balsa era
posible el riego en esta finca alejada de las huertas y campos junto al río.
Normalmente no
se plantaban dos años seguidos remolacha en la misma parcela. Lo más frecuente
era alternar la remolacha con otros cultivos, generalmente cereales, incluso
dejarlo en barbecho si la situación económica familiar lo permitía. Entre tres
y cinco años se esperaba para volver a plantar en el mismo campo remolacha, ya
que su cultivo castigaba y agotaba el suelo y debía tener tiempo para
recuperarse. También recuerdan los vecinos situaciones donde la necesidad se imponía
y tras recoger la cosecha de remolacha entre noviembre y diciembre se preparaba
rápidamente el campo para sembrar trigo que se recogía para junio o julio. Incluso
se recuerda, en casos extremos, de plantar alfalfa un mes antes de recoger el
trigo , de forma que cuando se segase el trigo la alfalfa ya hubiera nacido; de
esta forma se podían aprovechar un par de cortes antes del invierno. Los
rendimientos del trigo y alfalfa eran bastantes pobres, pero no se podía dejar
descansar el campo; el hambre estaba cerca en los años de la postguerra.
7-.3 El contrato entre los agricultores de
Salillas y las fábricas azucareras.
Antes de empezar
la campaña cada agricultor establecía un contrato con la fábrica a la que iba a
entregar la remolacha. En los contratos firmados por los agricultores se
declaraba la superficie cultivada, la ubicación de las fincas, el precio y la
cantidad (aproximada) de toneladas a producir. Con todos los contratos la fábrica
realizaba una previsión de la producción que iba a recoger y asignaba a cada
agricultor unos cupos diarios máximos de remolacha que podía entregar cada día
en la báscula, hasta alcanzar el total pactado de cosecha.
Una de las
clausulas del contrato era la entrega de semillas a los agricultores. Entre las
semillas aportadas por la azucarera a cada agricultor siempre había algunas
denominadas "testigo" cuyo objeto era asegurarse la azucarera que habían
sido plantadas las semillas entregadas al agricultor y no otras. Con estas
semillas testigo, imperceptibles al agricultor durante la siembra, crecía un
planta similar a la remolacha pero fácilmente identificable por su color y
forma cuando los inspectores de las fábricas azucareras se acercaban a
comprobar el cumplimiento de los contratos por los agricultores tanto en las
superficies cultivadas, fincas declaradas, así como en las semillas utilizadas.
Tentador era para el agricultor plantar remolacha forrajera, en un intento de
engañar a la fábrica; este tipo de remolacha no contiene azúcar, es más gorda y
similar a la remolacha azucarera, era utilizada como alimento para el ganado,
pero no era aceptada por la azucarera.
Aunque cada
agricultor había formalizado en el contrato a quien vender la remolacha, los
agricultores más mayores aun recuerdan a los trabajadores de las básculas
ofrecerles en la entrada del pueblo con los carros cargados de remolacha
cajetillas de tabaco e incluso la promesa de pesar sin descuento en la báscula,
en un intento de convencerlos para venderles a ellos la cosecha,
independientemente de con quién hubiese contratado. La picaresca estaba
presente en la compra-venta de la remolacha.
Una ventaja que
ofrecía la fabrica azucarera era la posibilidad de conseguir adelantos o
anticipos en el cobro de la cosecha ante posibles dificultades económicas.
Dicho anticipo estaba en función de la superficie cultivada, y el importe del
anticipo se descontaba al finalizar la campaña en el pago de la remolacha.
Cada una de las
fábricas azucareras tenía presente de manera continua en el pueblo un representante
que gestionaba todos sus asuntos: formalización de contratos, suministro de
semillas y abonos, etc, todo ello bien controlado y documentado mediante libros
contables; además disponía de un pequeño almacén para guardar las semillas y
abonos que recibía de la fabrica. Este representante era un vecino que obtenía
con este empleo parcial un complemento a sus rentas.
Su labor
comenzaba con la recepción de las semillas y abonos por ferrocarril semanas
antes de comenzar la campaña de la siembra. Duro trabajo era el descargar los
sacos de semillas y abonos de 100kg desde el tren hasta los carros para
llevarlos al almacén correspondiente, para luego repartirlos entre los
agricultores. Durante la campaña de recolección estaba presente en la báscula
actuando como escribiente.
Trabajando para
la fábrica azucarera de Epila se recuerda a Lucas Egido y posteriormente a
Tomas Egido, con un pequeño almacén arrendado justo enfrente de las actuales
escuelas, donde guardaba las semillas y abonos. Para la fábrica azucarera de Casetas
fue Pascual Serrano quien trabajó durante unos años como representante.
7.4 -Las Básculas
y los trabajadores en la campaña de recolección:
Se recuerdan
tres básculas en activo pertenecientes a cada una de las tres grandes empresas
que controlaban la recogida de remolacha en Salillas de Jalón:
-
La báscula de la SGAE cuya remolacha iba para su
fábrica en Casetas, estaba ubicada subiendo a la estación desde la plaza a la
izquierda. Posteriormente se utilizó como báscula municipal. Hoy día todavía
podemos contemplar la caseta del pesaje cerrada y cada vez más deteriorada.
Caseta Bascula de Casetas
Bascula de Casetas
-
La báscula de la
CIA cuya remolacha iba para la fábrica en Epila, estaba ubicada subiendo a la
estación a la derecha. Actualmente está un reciento privado; su pequeño tejado
era visible desde la calle hasta hace poco tiempo en que fue derribada.
-
La báscula de la EBRO cuya remolacha se llevaba a la fábrica
azucarera en Luceni, estaba ubicada subiendo a la estación a la izquierda,
próxima a la báscula de Casetas y la más cercana a la estación. Una vez
desaparecida la remolacha su caseta fue utilizada como oficina de correos
durante unos cuantos años. Actualmente no queda ningún rastro de su existencia.
Esta fue la báscula que menos trabajo tuvo según los recuerdos de los vecinos.
Pocos vecinos
recuerdan momentos con las tres básculas trabajando. Cerró la bascula de Luceni
en primer lugar, muchos antes de que las básculas de Epila y Casetas dejaran de
funcionar.
Las básculas
eran controladas por personal de las diferentes fábricas que acudían cada año
durante la temporada a recoger la remolacha contratada. Cuatro trabajadores se
recuerdan inicialmente en cada bascula, cada uno con su papel en este proceso:
el pesador, escribiente, receptor y descuentero. Comentaremos la labor de cada
uno de ellos:
- El Pesador era el encargado del
correcto funcionamiento de la báscula; algunos agricultores tenían sus dudas
sobre la exactitud en el pesado de sus carros.
- El Escribiente era el encargado
de la burocracia en todo el proceso del pesaje. Anotaba en sus libros contables
el peso de la cantidad entregada en la báscula por cada agricultor, el
descuento asignado y entregaba el vale por el importe total de la cosecha
entregada.
- Receptor era el jefe del
equipo, representante y relaciones publicas de la azucarera, organizando la
llegada de la mercancía y resolviendo conflictos con los agricultores.
- El Descuentero era el personaje
del pesaje más temido por los agricultores ya que imponía los oportunos
descuentos en el pesado según la tierra y barro que traía la remolacha,
resultando siempre excesivos para los agricultores.
Posteriormente los cuatro
trabajadores se redujeron a tres al juntarse la labor del Receptor y el
Descuentero en uno solo.
Además de los
trabajadores de las básculas podemos citar otros dos trabajos relacionados con
el buen funcionamiento y desarrollo de la recepción de la remolacha, con
distinta presencia en Salillas de Jalón.
En el pesaje de
los carros y galeras los agricultores contaban con un “Veedor”, persona contratada
por los Sindicatos Agrícolas de la Provincia de Zaragoza que velaba por los
intereses de los agricultores, controlando el correcto funcionamiento de las
básculas e intentando evitar los descuentos abusivos, pero denunciando también
a los agricultores que querían hacer trampas; muchos agricultores pusieron en
duda la eficacia de su trabajo; su presencia es bien recordada en las basculas
en Epila pero no en Salillas de Jalón, sin haber podido encontrar razón alguna
para su ausencia.
Ante la gran cantidad de
remolacha acumulada en montones o “sierras” próximos a la estación, en los
vagones cargados en las vías muertas y en los carros estacionados cerca de las
básculas, que incluso pasaban allí la noche esperando ser entregada, dos
vigilantes a turnos uno por el día y otro por la noche controlaban y evitaban
los robos de mercancía. Los hermanos Carmelo y Lorenzo fueron durante años los
encargados de vigilar la estación y su entorno.
7.5.- El pesaje
y el transporte de la remolacha a las fabricas.
Una vez cargada
la remolacha los agricultores llevaban a las básculas sus carros y galeras para
pesar y descargar; aunque inicialmente se entregaba por orden de llegada a la báscula,
las disputas entre agricultores y el exceso de remolacha diario recogido en las
básculas y acumulado en la estación obligó a establecer unas normas para
imponer cierto orden. De esta manera cada agricultor podía entregar en cada
viaje un cupo máximo de remolacha en función de las anegas cultivadas,
estableciendo los trabajadores de las básculas un orden de entrega y un máximo
de toneladas recogidas al día de remolacha en función de las necesidades y la
capacidad de la azucarera. Además se establecieron días alternos para la
entrega de la remolacha por los agricultores de Salillas y Lucena, que también acudían
a las básculas. Por este motivo muchos carros se quedaban por la noche cargados
junto a las básculas esperando hasta el día siguiente para poder ser entregada.
No se recuerda ningún carro de remolacha sin ser entregado a la fábrica a pesar
de haber superado el total pactado a producir en el contrato, algo lógico ya
que era muy complicado predecir la producción a obtener antes de empezar la
campaña. Cuando las básculas cerraban todavía los agricultores más rezagados podían
entregar sus carros de remolacha directamente en la azucarera de Epila.
Para calcular el peso de la
remolacha entregada se pesaba en la báscula el carro o galera llena,
posteriormente se descargaba la remolacha en las eras junto a la estación o
directamente en el vagón de tren. Antes de ser descargada el descuentero se subía
al carro y tras examinar la remolacha le comentaba al agricultor el descuento
que le iba a aplicar por el barro y tierra que traía pegada la remolacha y la
que había en el fondo del carro. Este porcentaje estaba entre un 5–10% del
peso, pudiendo ser mayor si la recolección coincidía con un periodo de lluvias.
Una vez descargada se volvía a pesar el carro vacío para calcular por
diferencias el peso de la remolacha y aplicar seguidamente el descuento
asignado. El escribiente anotaba el peso y el descuento en su libro contable y
entregaba al agricultor un vale con el que poder cobrar la remolacha. Con dicho
vale se acercaba a las Oficinas de Azucarera de Epila para recoger un cheque
que canjeaba posteriormente en el banco.
Si el agricultor no estaba de
acuerdo con el descuento a aplicar podía exigir al descuentero que se le tomase
una muestra para calcular de manera exacta el descuento. Para ello tanto el
agricultor como el descuentero cogían cada uno una horcada de remolacha, para
ser pesada posteriormente en bruto dentro de un conacho y luego tras ser
limpiada de tierra y barro, incluso con cepillo, volver a ser pesada para
calcular la diferencia y sacar el descuento a aplicar a todo el carro. La tensión
y control entre ambas partes estaba presente.
La remolacha acumulada en grandes
montones era cargada en los vagones del tren gracias a varios jornaleros
contratados a destajo por la fábrica, generalmente vecinos de Salillas. Con
horcas metálicas con pequeñas bolas en las puntas para no pinchar y estropear la
remolachas se llenaban los conachos que, con capacidad entre 25-30 kg y
cargados al hombro, se subían al vagón aprovechando un tablón para su acceso a
la parte superior a modo de plano inclinado. Casi a diario un tren,
coloquialmente "el remolachero", recogía los vagones llenos para
llevarlos a la fábrica de Epila y dejaba vagones vacíos; estos tenían una
capacidad de entre 10 toneladas los más pequeños y 20 los más grandes.
La remolacha recogida para la fábrica
de Casetas se almacenaba junto a su báscula; una vez acabada la campaña se
llegaba a un acuerdo con la fábrica de Epila, de forma que la fábrica de Epila
se quedaba con la remolacha de Casetas ante la proximidad de su fábrica,
mientras que la fábrica de Casetas se quedaba con la remolacha contratada y
recogida por las basculas de Epila en las proximidades de Casetas. Este sistema
de intercambio de remolacha por proximidad a la fabricas supuso un ahorro para
ambas partes en los costes de transporte.
La remolacha recogida en Salillas
viajó siempre en tren a las fábricas azucareras, no llegándose a conocer el
transporte por camión.
Durante muchos
años de funcionamiento la azucarera entregaba a cada agricultor un kilo de
azúcar por cada tonelada de remolacha entregada a un precio simbólico, así como
la posibilidad de comprar en la fábrica "pulpa"(subproducto obtenido
de la remolacha) para consumo animal a un precio reducido.
Alrededor de
media docena de vecinos de Salillas llegaron a desplazarse a la fábrica de
Epila en la década de los sesenta. En bici, motocicleta o andando, aprovechando
el estrecho camino pegado a la vía del tren, actualmente desaparecido,
recorrían los 6 km de distancia. El sonido de la sirena que anunciaba el cambio
de turno de trabajo se escuchaba incluso desde Salillas.
Vistas Chimeneas de azucarera de Epila desde Salillas
7.7- El final
del cultivo de la remolacha en los campos de Salillas de Jalón
La repuesta a cuál
fue el motivo por el que se dejó de plantar remolacha en los campos de Salillas
ha sido en la mayoría de mis conversaciones la misma: “la remolacha ya no rendía”. Esta frase esconde varias razones que
llevaron a su fin y que pasamos a comentar:
-
Por una parte la obligación de la Azucarera de utilizar
semillas cuya remolacha resultante era cada vez más pequeña y por tanto con
menos peso, pero mucho más rica en azúcar. Al pagar la remolacha en peso el
agricultor percibía cada vez menos por su cosecha, desincentivando su cultivo.
-
Otra razón importante fue el agotamiento del suelo. El
cultivo de remolacha castigaba mucho el suelo y tras más de sesenta años de
cultivos los rendimientos eran cada vez menores, por lo que cada vez se debían
dejar descansar mas años los campos con otros cultivos o en barbecho hasta poder
volver a plantar remolacha, con inciertos resultados futuros.
-
La aparición de nuevos cultivos como el maíz y alfalfa,
y posteriormente los frutales, en especial la manzana, con buenas expectativas
de mercado, y buenos precios iniciales facilitaron el cambio.
Además la fábrica
de Epila cierra sus instalaciones a finales de los años sesenta (1969) y se
traslada a Jerez de la Frontera (Cádiz), ofreciendo a sus trabajadores la
posibilidad de continuar trabajando en su nueva localización. Al mismo tiempo la
producción de azúcar en España se reestructura y el valle del Ebro y el Jalón
pierden gran importancia a nivel nacional, trasladándose la mayor parte de su
cultivo al sur de España. Los agricultores del valle del Jalón destinaron sus
campos a la producción de nuevos cultivos.
Aunque hacia mitad de los sesenta
el cultivo cayó drásticamente en Salillas hasta casi desaparecer, algún vecino
aun recuerda cultivar algo de remolacha una vez cerrada la Azucarera de Epila y
llevar la cosecha directamente a la Azucarera de Luceni con el remolque y
tractor.
Ante el abandono
del cultivo de la remolacha las básculas de Salillas dejan de funcionar. Sus
dueños, las fábricas azucareras, venden a varios vecinos del pueblo las básculas
y eras circundantes, que son
aprovechadas para construir nuevas edificaciones y almacenes, modificando
el entorno de la estación.
Un cultivo que ha pasado a la historia de las
gentes de Salillas de Jalón y que es recordado con unos versos que muestran el
sentir del agricultor en su lucha anual contra las plagas y las azucareras:
“ La remolacha en el campo,
se la come la pulgilla
y en llegando a la estación
el peso y la basculilla”
Una vez más
agradecer a los agricultores su paciencia y buena disposición a recordar viejas historias
que nos sirven para aprender un poco más sobre el pasado reciente de Salillas
de Jalón.
Hasta la próxima
Pablo Founaud
.BIBLIOGRAFÍA:
-
La remolacha en y la Industria Azucarera en la Economía
Aragonesa: Félix Asín, Jose Maria Campo y otros. Caja de Ahorros de Zaragoza,
Aragón y Rioja 1981.
-
Las Azucareras. La revolución Industrial en Aragón.
José Antonio Gracia Guillén. Editorial Mira 2005.
-
Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera
en regadío, por Guillermo Quintanilla. Hoja Divulgativa por el Ministerio de
Agricultura, de Febrero 1938.
-
Archivo Diputación Pronvincial de Zaragoza.
-
Hemeroteca Biblioteca Nacional de España.
http://hemerotecadigital.bne.es www.bne.
- Hemeroteca Diario del Altoaragon
- Hemeroteca Diario del Altoaragon